Capítulo 639
Gael respondió con sencillez, “No hay ninguna noticia.”
El corazón de Aspen dio un vuelco.
Acababa de subirse al carro, frunciendo el ceño, preguntó, “¿No encontraron a ninguna niña que se parezca a Miro?”
“Ah, revisé
una por una a todas las niñas de la edad de Miro en Puerto Rafe, ¡y no encontré ninguna sospechosa!”
Al terminar de hablar, Gael añadió,
“Esta información sobre tu hija, ¿podría ser una distracción intencional por parte de esa persona misteriosa?”
Aspen encendió un cigarrillo, dando una profunda calada.
La tensión en el aire era palpable, afectando incluso la atmósfera dentro del carro,
Abel, sentado al volante, observaba a Aspen a través del espejo retrovisor, sin atreverse a hacer ruido.
Tras un momento de silencio, Aspen volvió a hablar,
“Continúa la búsqueda. Si no está en Puerto Rafe, expande la búsqueda a nivel nacional.”
No estaba seguro de si su hija realmente existía.
Pero, ¿y si existe?
¿Y si realmente tenía una hija que estaba perdida en algún lugar?
¡No podía dejar de buscarla!
Después de colgar, Aspen encendió otro cigarrillo.
Lo único que le daba algo de paz era pensar que, si su hija realmente existía y estaba con esa persona misteriosa, por ahora no debería estar en peligro.
Parece que a esa persona misteriosa le importaba la niña.
Abel, que había estado enfocado en la empresa, no estaba al tanto de la situación. Giro la cabeza y dijo con cautela,
“Aspen, deberías ir a la empresa. Si no vas, va a ser un desastre, esos ejecutivos están volviéndose locos.”
Después de las vacaciones, el trabajo se había acumulado en la empresa, muchos proyectos requerían la aprobación de Aspen para avanzar. Pero Aspen había estado en el hospital con Miro y Carol, y no había ido a la empresa desde que se reanudó el trabajo. Los ejecutivos estaban desesperados, ja punto de quedarse calvos!
Con el ánimo por los suelos, Aspen no quería llevar su negatividad a Carol y los niños. Sacudiendo la ceniza de su cigarrillo, dijo,
“Vamos a ver qué pasa.”
En el piso de arriba, Rick estaba parado frente a la ventana, observando cómo el carro de Aspen salía del complejo residencial, con los ojos entrecerrados y los dedos tamborileando sin ritmo fijo en el alféizar, su expresión era indescifrable.
Al mediodía, justo cuando Carol terminaba de preparar el almuerzo, sonó el timbre.
Tania la animó a abrir la puerta,
“Debe ser el papá de Miro. Ve y aclara las cosas, si te echas para atrás ahora, ¡mejor no vuelvas!”
Con el rostro sonrojado, Carol le dio una palmadita leve a Tania, le pasó la cuchara para que sirviera la sopa, se lavó las manos y fue a abrir la puerta.
Temerosa de retroceder de nuevo, tomó aire antes de abrir la puerta y, con fuerza, lanzó la pregunta,
“¡Dime la verdad, te gusto o no?!”
“…” Pasaban los segundos y él seguía sin responder.
Carol, con la cabeza gacha, sintió cómo su corazón caía al suelo de nuevo.
Si no respondía, ¿significaba que no le gustaba, cierto?
Carol se sintió frustrada y buscó una excusa para salvar la situación,
“Solo preguntaba, no te lo tomes en serio Mejor que no te guste, porque a mí tampoco me gustas tú.”
Dicho esto, se dio la vuelta para entrar, sintiendo un nudo en la garganta, entre la vergüenza, la ira y un torrente de emociones indescriptibles. “Srta. Carol.” De repente, la voz de Rick la detuvo.
Carol se quedó parada en seco, giró la cabeza y lo que vio fue a Rick, parado en la puerta, con una expresión de desconcierto.
Carol:“!!!”
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Rick tenía un brazo enyesado y en la otra mano sostenía un pastel, luego preguntó con timidez,
“¿Estabas hablando conmigo hace un momento?”
En ese instante, Carol se dio cuenta de su error. Estaba tan nerviosa que ni siquiera se había fijado bien en la persona antes de hablar, por miedo a echarse atrás.
Y resulta que…
Carol, mortificada, deseaba poder excavar un agujero en el suelo con sus dedo
y se
apresuró a aclarar,
“No, no, yo… me equivoqué de persona.”