Capítulo 94
De repente, me encontraba renacida en el cuerpo de una desconocida, y todo a mi alrededor me resultabal ajeno.
Este tonto llevaba un aroma que me resultaba familiar, pero por más que lo intentaba, no lograba recordar de qué se trataba.
No sé cuánto tiempo pasé sin poder dormir hasta que finalmente cai en un sueño pesado.
Cuando desperté, ya era la tarde del dia siguiente.
“Señora…” La empleada entró en la habitación y me dejó la bandeja del almuerzo.
“Kent… ¿Dónde está Osvaldo?” pregunté.
La empleada miró hacia la ventana. “ÉL… salió temprano en la mañana.”
Me froté las sienes y me levanté para acercarme al ventanal.
Kent no se habia ido muy lejos, estaba sentado en el césped, descalzo, disfrutando del sol.
Tenia que admitirlo, su belleza era perfecta, como una obra de arte de la naturaleza, en armonia total con el
entorno.
Meneaba sus pies despreocupadamente y al levantar la vista, su mirada se cruzó con la mia.
Senti un apretón en el pecho y retrocedi instintivamente, sin entender por qué sentia la necesidad de esconderme.
Cuando volvi a mirar hacia el jardin, Kent ya no estaba alli.
Me estiré, aún confundida por la situación, cuando senti unos brazos rodeándome por la espalda.
“Despertaste…” susurro Kent con voz baja.
Ya estaba acostumbrada a sus apariciones sorpresivas. “Te he dicho que no camines con esa herida, seria mejor que usaras la silla de ruedas.”
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Kent bajó la cabeza, como un niño regañado.
*Señora, la familia Galindo ha llamado, su padre quiere que vaya a casa,” me informó la empleada.
Me quedé sorprendida. ¿Mi padre?
¿El padre de Ainara, Alfredo?
Después de que mis padres murieron en un accidente, la figura paterna habia desaparecido de mi vida. Ahora, renacida como Ainara, me estaba costando adaptarme a la idea de que tenia padres de nuevo.
“Está bien, lo sé.” Tarde o temprano tendria que enfrentarme a ellos, no podia seguir escondiéndome.
Alfredo habia casado a la verdadera Ainara con la familia Linares, y ahora que los Linares estaban en problemas, era obvio que él estaria interesado en su fortuna.
Además, ya estaba embarazada con un hijo de los Linares.
Sin siquiera ver a Alfredo, podia imaginar el propósito de su invitación.
“Nari, ¿te gustaría que te acompañe?” preguntó Kent en voz baja.
Negué con la cabeza. “Iré sola.”
Necesitaba entender mejor a la gente de la familia Galindo.
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Capitulo 94
Si he
e venido hasta aqui, entonces debo aceptar mi nueva identidad y vivir con ella lo mejor posible.
Ahora que estaba en el ojo del huracán por la situación de los Linares, sobrevivir no seria fácil.
Demasiadas personas no querian que Kent ni yo y el bebé que llevaba dentro, siguiéramos con vida.
No solo tenia que encontrar al asesino y descubrir la verdad, sino también asegurarme de que mi hijo y yo
sobreviviéramos.
Kent no intentó detenerme, sólo tomó mi mano.
Le entregué una paleta de caramelo para calmarlo.
La aceptó y me regaló una sonrisa..
Me di cuenta de que desde que Felipe y Federico tuvieron tal accidente, Kent habia comenzado a sonreir
más.
En realidad, eso era algo bueno, realmente bueno..Books Chapters Are Daily Updated Join & Stay Updated for All Books Updates…
 

Si él no fuera un asesino, seria aún mejor….
Al dejar la casa de los Linares, el chofer me llevó de regreso a los Galindo.
No sabía con qué me encontraría en casa de los Galindo. Los recuerdos de Ainara que poseía eran escasos: solo sabía que sus padres no la amaban, que incluso la usaban como un peón o una herramienta.
“Señorita, ha vuelto, su madre ha estado preguntando por usted estos días.”
Apenas puse un pie en el jardín, la empleada me recibió con una sonrisa.
Eso era muy diferente al recuerdo que Ainara tenia de su empleada.
“Ay, hermana, pensaba que ya no reconocerias a tu propia familia después de casarte en esa familia rica.” dijo una chica parada en el jardin, cubierta de pies a cabeza con ropa de diseñador, con un aire de superioridad.
Le eché un vistazo. Era la hermana menor de Ainara, Adela Galindo.
No era una hermana de sangre, sino alguien que por un error habia acabado siendo parte de la familia Galindo, y sin tener ningún lazo de sangre, e