Capítulo 269 
En el Hospital Monte Azur, el zumbido de los equipos médicos, el olor a alcohol desinfectante, la fria luz blanquecina y el pasillo sepulcralmente silencioso…. 
“Aguanta un poco más…” 
Los gritos roncos retumbaban en la sala de aislamiento. 
Una enfermera, incapaz de soportar la escena, desviaba la mirada. 
Sobre la camilla, aquel hombre que apenas se aferraba a la vida, apretaba con sus dedos quemados hasta la deformidad, una foto de tamaño pasaporte. 
“Nayri…” 
“Nayri…” 
“Tienes la garganta dañada, la operación no te va a dejar como nuevo. Trata de no hablar, aguantate 
un poco.” 
El doctor, con un tono de compasión, le daba instrucciones en voz baja. 
“Hmm.” 
ÉL reprimiendo su dolor, enterraba la cabeza en la almohada mientras el médico trataba sus heridas. carcomidas. 
“¿Cómo aguanta tanto?” 
“¿Por qué alguien tan guapo tiene que sufrir esto?” 
“Que siga vivo es un milagro.” 
Al salir de la habitación, el doctor suspiro. 
“Hay múltiples quemaduras en todo su cuerpo, el dolor en las quemaduras de segundo grado puede llegar a nivel 10, eso afecta y estimula sus sentidos enormemente. Aunque sobreviva, su percepción del dolor se volverá insensible…” El doctor observaba a Kent a través de la ventana. 
Yacía alli sin fuerzas, como si lo sostuviera un hilo de vida.. 
“Nayri…” 
Lentamente soltó la foto, acariciándola, ya manchada de sangre. 
Sus ojos reflejaban una luz suave. 
“Espérame…” 
“Lo siento…” 
Te hice esperar demasiado. 
No me culpes. 
“El anciano le pidió que lo vigilara y no le permitiera salir del hospital. Cuando su lesión mejore, lo llevarán de regreso“. 
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Joven, no puedes Irte. 
“Beep…” 
La alarma del hospital sono, distrayendo la atención del doctor y los guardaespaloas con el aviso de Incendio. 
Kent, vestido con una sudadera grande y con capucha, soportando el dolor en su cuerpo, cojeaba hacia la salida. 
La sangre rosada se filtraba por la herida de su pierna debido al movimiento prematuro. 

Nadie sabla… cuánto le dolla. 
Pero él no quería hacer esperar más a su Nayri. 
“Nayri…” 
No sabia con qué fuerza habia salido del hospital, ni cómo había logrado llegar al edificio de Nayra. 
Pero ya no habla nadle. 
“Esa familia, pobres, los dos murieron y dejaron una hija. Dicen que estuvo mucho tiempo en coma y al despertar se fue con unos parientes.” 
Al oir a los vecinos, Kent con los ojos rojos, dio media vuelta y empezó a correr. 
Su herida le dolla. 
Estaba en riesgo de infección en cualquier momento. 
Pero no podía dejar a su Nayri sola con el dolor de perder a su familia. 
“Nayri…” 
Finalmente, la vio en la entrada de la escuela. 
“¡Ah!” Pero ella lo miraba con unos ojos tan ajenos. 
“Nayri…” Intentó hablar, y su voz rasposa le sono tan extraña que casi se derrumbó. 
Su Nayri ya no lo reconocía. 
un pervertido y gritó pidiendo 
“¿Quien eres tú? No me sigas… ¡Ayuda!” Nayra pensó que era ayuda mientras corria. 
Kent se quedó parado, con la mano extendida y finalmente rígida en el aire. 
Se escondió en un callejón, respirando agitadamente y golpeándose la cabeza. 
¿Por qué… por qué incluso su voz había cambiado? 
Por qué había asustado a Nayri? 
¡Por qué no moriste, Osvaldo! 
“Nayri…” 
A partir de ese día, Kent siguió en secreto a su Nayri casi todos los días. 
La veia ir a la escuela, lay regresar a casa, y la seguía cautelosamente detrás de Renán, la vela con 
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ojos y corazón llenos de amor por aquel hombre, 
“Nayri… no te culpo.” 
Incluso cuando tenia fiebre alta, le susurraba suavemente… aunque Nayri no podia oirlo, el seguia consolándola. 
Nayri, no te culpo por olvidarme. 
Tampoco te culpo por enamorarte de algulen mas. 
Aquel día, Kent, luchando contra la fiebre y el dolor que casi torcia su cuerpo, avanzaba paso a paso hacia la entrada de la escuela.