Capítulo 258
“Todos están ciegos por ella“, gritó Yuria con rabia.
“¿Y por que nadie cae ante tus encantos? ¿No que eras tan astuta? ¿Cómo es que Renán de repente abrió los ojos? ¿Qué te dice eso? Que te falta camino por recorrer, que das pena.”
Helda y Yuria comenzaron a pelear.
“¡Basta de ruido, esto es un hospital!“, regañó una enfermera saliendo al pasillo.
Pronto, todo se quedó en silencio ahi afuera.
Yo seguia luchando por dentro, rezando para que Helda no se marchara, para que no le diera a Renán la oportunidad de llevarme con ese tal Quique. Temia… temia que realmente él me llevara a verlo.
Tenia miedo de olvidar a Kent.
“La paciente está muy débil, el bebé por ahora está a salvo, pero hay que observarla un tiempo. En este periodo, no puede recibir ningún tipo de shock“, explicó el doctor antes de salir y darle unas indicaciones a Renán.
“Gracias… gracias, doctor.”
“Es mi deber.”
“¿Cómo está Nayri?”
Justo cuando creia que pronto despertaría, escuché la voz de ese hombre de mediana edad.
Era Quique.
Mis nervios de repente se pusieron tensos.
“Nayri aún no despierta, pero el bebé está seguro“, dijo Renán aliviado.
“Despacha a esas dos mujeres que están peleando y llévate a Nayri“, dijo Quique con cierta molestia.
Quería abrir los ojos desesperadamente, no quería que me llevaran…
No sabia si mi amnesia estaba relacionada con Quique, pero como psicólogo y trabajador de un hospital psiquiátrico, no me inspiraba confianza.
Incluso en mi subconsciente, me parecía aterrador.
“Quique, ¿crees que funcionará?“, preguntó Renán en voz baja.
“Tranquilo, va a salir bien“, contestó Quique con una confianza que incrementó mi miedo.
Mientras más seguro estaba él, más temor sentia yo.
Los recuerdos empezaron a fluir en mi mente.
Recordaba… mis padres en efecto me llevaron al hospital psiquiátrico a ver a Quique.
Mi primera impresión fue que era un hombre aterrador.
Sonreía demasiado dulcemente mientras decía mi nombre. “Nayri, ven conmigo.”
Me tomó de la mano y me llevó por un largo pasillo. Las salas estaban llenas de pacientes con
12:30
enfermedades mentales que vestian batas de hospital, observaba a los demás mientras miraba hacia atrás a mis padres llorando al final del pasillo.
Ellos deseaban tanto que fuera una niña normal, encantadora y que agradara a todos.
“Nayri, aqui tengo dos naranjas, ¿me darias una si quiero comerla?“, me llevó a la sala de terapia para evaluarme mientras yo lo miraba con indiferencia, abrazando mi muñeca, como si la pregunta fuera tan infantil que no mereciera respuesta.
“Nayri, si conocieras a una amiga que te envidia por tener dos naranjas y quisiera robártelas, y tú la descubres, ¿como manejarias la situación?”
“Cortaria sus manos.”
En mi memoria, mi voz sonaba demasiado fria para mi edad.
Mi respuesta dejó atónita a la enfermera que estaba alli, quien no podia creerlo y le preguntaba a Quique. “¿Ella realmente solo tiene cinco años?”
Despues de observarme por un tiempo y dejarme con otros niños que me intimidaban mientras ellos me observaban como si fuera un animal, Quique concluyó que tenia un grave trastorno cognitivo emocional sin diagnóstico claro.
Lo mire a través de la ventana de cristal, parecía un verdugo y hablaba con voz fría. “Vamos a solicitar estimulación magnética trascraneal con hipnosis, y si no resulta, electroshock…”
“Dr. Quique. ¿pero no es solo una niña?”
Quique inhaló profundamente. “¿Cuántos adolescentes has visto tener miedo de una niña de cinco años?”
A medida que los recuerdos se hacían más claros, más miedo sentia.
El “tratamiento” de Quique consistia en hipnosis y estimulos físicos.
No es de extrañar que tuviera amnesia.
Si Renán me entregaba a Quique, probablemente terminaria olvidando el pasado, olvidando todo lo relacionado con Kent.
“Nayri perdió muchos recuerdos después del accidente, fue mi culpa no haberla valorado como debia“, seguia Renán con su farsa, pretendiendo sentir remordimiento.
En realidad, lo que quería era que perdiera la memoria, para tenerme atrapada a su lado.
Luchaba con miedo, no queria olvidar ni repetir los mismos errores, no queria quedar atrapada al lado. de Renan, envuelta en sus emociones y convertida en alguien que no podía luchar.
“Kent…”
“Osvaldo, sálvame…” Gritaba entre sollozos mientras me esforzaba por liberarme.
Kent, por favor, ven a rescatarme.