Capítulo 73 
La risa inocente de Mateo resonaba por todo el jardin, llenando el aire de alegria. Soraya, después de jugar un rato, optó por llevarlo en sus hombros para darle una vuelta. 
“Agarrate bien, hijo, y abraza la cabeza de mamá. Voy a ser tu caballito, ¿listo? ¡Ahl vamos! ¡Come, caballito, come!“, y ella coma con el pequeño a cuestas, dibujando sonrisas y risas por todo el jardin. “Mira, Mateo, tu caballito vuela!“. 
La felicidad del pequeño era palpable, nunca se habla divertido tanto, agitando sus manitas emocionado. Mientras tanto, Cristián los observaba de lejos, con una mezcla de alegria y melancolía. Si sus piemas estuvieran bien, el también deberia estar comiendo con su hijo. Se sentia en deuda, desde que su hijo había nacido, no pudo hacer mucho por él. No estuvo presente para sus primeros pasos, sus primeras palabras. Y ya en ese momento, ni siquiera podia comer con d. Aunque d sabla ganar dinero, sabia que no había sido el padre que Mateo merecía. Viendo a su hijo tan feliz, deseaba que ese momento durara para siempre. 
Pero la felicidad se vio interrumpida cuando Soraya sintió algo cálido correr por su cuello: “Carajo, Mateo ¿Tan grande y me haces esto? ¡Ay, por Dios, que no es asi como se hace!“. 
“Hijito, mejor deberías hacerle eso a tu papá. Con lo que le gusta a las mujeres, si marcas territorio en él, ninguna se le acercaria“. 
Mateo solia avisar cuando necesitaba ir al baño, pero la emoción del momento le hizo olvidar. Al escuchar el grito de Soraya, Cristián temió lo peor, pero para su sorpresa, ella no estaba enojada, sino que colocó al pequeño en el suelo y lo abrazó 
Él se acercó, interesado en la idea de que la orina de niño podria ahuyentar a los espiritus malignos 
“¿Me pasas a Mateo?“, le pidió Cristián. 

El niño, con los ojos grandes y algo avergonzado, miraba a su madre. “Mami, Mateose me olvido“. 
Soraya, entre risas y resignación, miró el desastre: “Pues todo para mi, ni una gota en ti. Tranquilo, mami se cambia y ya Me asustaste con esa calidez de golpe, no te asuste, ¿verdad?”. 
Mateo, confundido, negó con la cabeza y luego asintió. 
¡Qué ternura!“, pensó Soraya, pinchando suavemente las mejillas del niño. 
Le entregó el pequeño a Cristián: “Cuidalo un rato, voy por ropa seca. Mateo, juega con papa, ya 
Una vez ella se alejó, él, con Mateo en brazos, le preguntó si aún necesitaba ir al baño 
“No“, respondió el pequeño. 
vuelvo“. 
“Bien, pero si necesitas, avisame, Cristián, pensando en protegerse de los espiritus, guardó una botella vacia bajo su ropa, preguntándole al pequeño cada tanto. “¿Necesitas hacer pipi, hijo?“, 
Capitulo 74