Capítulo 201
Después de que Tania se marchó con las mejillas sonrojadas tras un largo rato de dulces palabras, Tiziano hizo una llamada.
“Consígueme un veneno, lo necesitaré en unos días.“:
Esta vez, quiero ver cómo se las arreglan.
A las diez en punto, Herminio Fuentes llegó a la habitación del hospital donde estaban Cristián Fuentes y los demás.
“Ya me dieron de alta, ustedes sigan recuperándose.”
Cristián tecleaba rápidamente en el teclado, sin levantar la vista, y preguntó, “¿Vas a volver a la casa grande o te vienes conmigo?”
Pensando en la misión que tenía en unos días, Herminio echó un vistazo a Soraya Valle y dijo en voz alta, “¡Me voy contigo! Tengo que salir de misión pronto y no sé qué tan peligrosa será esta vez. Mis viejos estarán contigo por ahora. Necesito hablar bien con ellos, por si acaso no regreso. Mi madre se moriría de tristeza.”
Cristián dejó de teclear.
“Si te atreves a morir y hacer llorar a mamá, papá hasta te esparce las cenizas.”
Soraya hizo una mueca.
[Qué profundo amor el de papá por mamá. En sus ojos, ella es lo más importante. Una lástima que ese amor fuera manchado por una aventura y un hijo ilegitimo.]
¡Hijo ilegítimo!
Herminio se sobresaltó y miró a Soraya, luego buscó con la mirada la confirmación de su hermano.
¡Su padre tenía un hijo fuera del matrimonio!
¿Estaban bromeando?
El amor de su padre por su madre casi ahoga a la familia Fuentes. No podía creer que su padre pudiera serle infiel.
Cristián insinuó, “En esta misión, mantén los ojos bien abiertos y regresa vivo. Nos hemos metido en problemas últimamente. Con mi pierna así, hay cosas que necesitaré que hagas.”
Al oírlo, Herminio entendió que lo del hijo ilegítimo era verdad.
Contuvo su shock y enfado.
“Tranquilo, aunque tenga que arrastrarme, volveré.”
Soraya negó con la cabeza, [Qué iluso. Si no fuera por mí, ni tus cenizas regresarían.]
Herminio, sintiéndose herido otra vez, se levantó.
Ya no quería escuchar más; solo se enfadaría más.
*Bueno, me voy. Primero pasaré por la casa grande a ver a Mateo, luego me voy contigo.”
Al escuchar sobre Mateo Fuentes, Soraya también sintió nostalgia por el pequeño.
[Ay, mi querido hijo. Hace días que no lo veo. Cómo lo extraño.]
Cristián pensó por un momento.
Tal vez debería pedirle a sus padres que lo trajeran.
Pero Herminio se adelantó.
“Cuñada, ¿quieres ver a Mateo? ¿Quieres que te lo traiga?”
Soraya negó de inmediato, “No. Es demasiado peligroso contigo. Mi hijo no está seguro a tu lado. Mejor cuando salga del hospital, iré yo misma.”
[Este tipo es un blanco móvil. Solo si estuviera loca pondría a mi hijo en peligro.]
Una vez más, Herminio se fue molesto.
En la familia Valle.
Cuando Tania regresó y contó lo que dijo Soraya, Fabio se molestó mucho.
“¡Esta niña! ¿Crée que el dinero crece en los árboles?”
Aunque Fiona estaba enfadada, al pensar en la fortuna de Cristián, trató de calmar las cosas.
“Amor, lo que dice Yaya no es para tanto. Con lo que vale nuestro yerno, como sus abuelos, es normal dar un regalo cuando traen al niño por
primera vez. Si damos poco, podría pensar que no queremos al nieto. Además, con la situación actual de Grupo Valle, si logramos una buena relación con nuestro yerno, podríamos contar con su apoyo más adelante…
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No terminó la frase, pero Fabio captó la idea.
Pensando en cómo iba de mal la empresa, cambió de opinión.
“Tienes razón. Haz lo que creas conveniente. Esa chica está malcriada por ti. Solo te escucha a ti.”
Fiona sonrió, complacida.
“Tranquilo, Yaya siempre me hace caso. Le insinuaré algo sobre la situación de la empresa para que le hable a su marido.”
Lo que beneficia a uno, beneficia a todos; lo que perjudica a uno, perjudica a todos.
“Nuestra familia Valle es fuerte, solo así ella puede tener apoyo y mantenerse firme en la familia Fuentes.”
Por la noche.
Herminio salió del antiguo hogar familiar y condujo hacia la villa de Cristián.
Mientras su coche recorria las calles y esperaba en un semáforo, de repente alguien golpeó la ventana con urgencia.
El sonido apremiante de los golpes era como un llamado a la muerte.
Bajó la ventana, pensando en preguntar qué quería esa persona.
Pero el que golpeaba la ventana estaba aún más desesperado, “¡Ayuda, por favor, ayuda…!”
Cuando la chica que golpeaba la ventana vio el rostro familiar de Herminio, se quedó de piedra…