Capítulo 851 
La vela sobre el pastel se apagó en un instante por el viento. 

Paulo, arrastrando consigo el frío de la tormenta, entró sin ser invitado. 
Apareció como un demonio frente a Simone y Ricardo. 
Ricardo no lo conocía, y aunque fue cortés y cauteloso, preguntó: 
“Señor, ¿a quién busca?” 
Paulo lo ignoró, observando a Simone con los ojos entrecerrados, su mirada descarada era evidente. 
Ricardo frunció el ceño, pero antes de que pudiera hablar, escuchó a Paulo decir: 
“¿Cuánto por una noche?” 
Ricardo y Simone no entendieron, “¿Qué?” 
Paulo se sentó frente a ellos, aún mirando a Simone, y dijo: 
“Me gustas. Pasa una noche conmigo, ¿son suficientes quinientos mil? Si no, puedo ofrecer más.” 
Ricardo y Simone tardaron unos segundos en reaccionar, Simone furiosa, ¿Estás loco?” 
La ira de Ricardo también se encendió, ¿qué hombre normal toleraría tal insolencia? 
Se lanzó a golpear a Paulo, pero Simone lo detuvo. 
Para Simone, Paulo era solo un loco; después de todo, en una sociedad de ley y orden, ¿quién actuaría con tal desfachatez? 
“Expulsémoslo y ya, no dejemos que arruine el momento.” 
Ricardo se contuvo, intentando echar a Paulo, “¡Vete ya, o llamo a la policía!” 
Paulo ni siquiera lo miró, ignorándolo completamente. 
Continuó, dirigiéndose a Simone, 
“Solo es una noche conmigo, ¿qué tanto drama? Si quinientos mil no son suficientes, puedo ofrecer un millón. Si me complaces, el precio es negociable. Si no quieres negociar, pues te lo pierdes.” 
Al escuchar esto, Ricardo estalló en furia y finalmente, se lanzó a la pelea. 
La puerta se abrió de golpe y entraron dos guardaespaldas. 
Ricardo, siendo un hombre común, no tenía posibilidades contra guardaespaldas profesionales; recibió varios golpes, siendo controlado por la 
fuerza. 
Simone, al ver esto, se dio cuenta de que Paulo no era un loco, sino un provocador. 
Intentó llamar a la policía con su celular, pero Paulo se lo arrebató y lo destrozó frente a ella. 
Simone, horrorizada, quedó paralizada. 
Mientras Ricardo luchaba aún más, los guardaespaldas intentaron sacarlo, pero Paulo ordenó, “Déjalo.” 
Paulo les hizo una señal a los guardaespaldas, quienes entendieron, cerraron las cortinas y aseguraron la puerta. 
Delante de Simone, golpearon brutalmente a Ricardo. 
Le rompieron brazos y piernas, y también varias costillas. 
La tragedia llegó sin previo aviso. 
Simone, llorando desconsoladamente, se lanzó al lado de Ricardo, “¡Ricardo! Ricardo…” 
Ricardo, con la boca llena de sangre, yacía inmóvil en el suelo. 
Quería consolar a su esposa, pero no podía hablar. 
Quería secar las lágrimas de Simone, pero no podía levantar la mano. 
Quería levantarse y luchar, pero estaba paralizado. 
Quería protegerla, pero no pudo… 
Solo podía yacer allí, viendo a Simone llorar, viendo cómo Paulo la arrastraba, viendo cómo Simone era ultrajada… 
En ese momento, Rick estaba jugando a las escondidas con sus hermanos. Se había escondido en un armario con su hermana. 
Tembloroso de miedo, quería salir a buscar a sus padres, pero su hermana le tapó la boca y lo sujeto, impidiéndole salir o hacer ruido. 
Al ver la situación, uno de sus hermanos corrió a ayudar a su padre y el otro a su madre. 
El mayor fue sometido por los guardaespaidas, que le quebraron el brazo en el acto. 
09:31 
Capitulo 851 
El segundo, después de morder a Paulo, fue agarrado por el cuello y golpeado contra la pared, como si fuera un águila jugando con un polluelo… 
La cabeza del segundo se rompio, sangrando profusamente, y cayó inconsciente. 
Simone gritó, corriendo hacia sus hijos, pero Paulo la agarró y desgarró su ropa. 
Ante la mirada de Ricardo, la presionaron contra la mesa, desabrocharon su ropa y la sometieron por detrás. 
Los gritos desgarradores de Simone resonaron por todo el estudio de pintura…

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