Capítulo 764 
Carol lloró en los brazos de Aspen por un buen rato antes de calmarse. Tomo una profunda respiración y le dijo a Aspen, 
“Hoy, esa era mi hermana, la hija de mis padres adoptivos. Hace muchos años que no nos velamos, y verla de repente me emocionó mucho. Yo… tengo una mala relación con ellos.” 
Aspen la abrazo, besando su frente, acariciando su cabeza. 
Sin hacer muchas preguntas, sin decir mucho más. 
El tiempo de Carol en la casa de los Paz era su cicatriz. Si ella quería hablar, él escuchaba en silencio, siendo su mejor oyente. 
Si ella no quería hablar, él tampoco forzaba a abrir esas cicatrices, haciéndola sentir mal. 
Carol suspiró y le abrió su corazón, 
“Cuando tenía 8 años, volví a casa del colegio con mi mochila, y apenas entré por la puerta, mi papá me dio una bofetada tan fuerte que caí al suelo. No pude aguantar el dolor y empecé a llorar, lo que lo enfureció más y me golpeó aún más fuerte. 

Mi mamá salió de la casa al oír el ruido y, al verme, se lanzó sobre mí como si viera a un demonio, uniéndose a mi papá en golpearme. 
Más tarde supe que ese día mi hermana se había caído jugando y se había roto el brazo. Justo ese día era el aniversario de cuando me habían adoptado, y decidieron desquitarse conmigo toda su frustración y enfado. 
A los 10 años, por haber sacado buenas notas en un examen, mientras que mi hermana había reprobado, ella, celosa, me lanzó agua hirviendo. Aunque yo fui la herida, mis padres me regañaron a mí, diciendo que no debería haberle hecho eso a mi hermana, provocando su enojo. Después de responder, me golpearon brutalmente y me castigaron haciéndome arrodillar bajo la lluvia toda la noche. 
A los 15 años, cuando entré a la preparatoria más importante de nuestro condado, mis padres dijeron que no tenía sentido que una chica estudiara y querían que fuera a trabajar a una fábrica para mantenerlos en su vejez. Me negué y me difamaron por todo el pueblo, llamándome ingrata. 

A los 18, por 30,000 pesos, me iban a vender a un tonto del pueblo vecino, tratando 
de convencerme para que me casara con él y tuviera sus hijos. Finalmente, unos 
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profesores y la escuela me rescataron. 
A los 20 años… 
Carol se detuvo, a los 20 años, la forzaron a casarse en lugar de Dalla. 
Ese año, perdió toda esperanza. 
Hizo lo que ellos querfan, casándose en lugar de Dalia, cortando todo vínculo y saldando su “deuda” de crianza. 
Sin embargo, no mencionó que este asunto involucraba a su esposo secreto. 
Carol cambió de tema, 
“¿Sabes por qué amo tanto a Luca? Porque él, al igual que yo, quedó sin padres desde que nació. Yo sufrí bajo la lluvia en mi infancia y no quiero que Luca pase por lo mismo. Quiero ser su paraguas, darle todo el amor y protección que pueda. 
Espero que, cuando Luca crezca y sepa que no es mi hijo biológico, aún pueda ser positivo y optimista. Deseo que, al recordar su infancia, recuerde amor y felicidad, no como la mía…” 
No tener padres biológicos no es lo peor; lo peor es crecer en un ambiente sin 
amor. 
Los ojos de Aspen se humedecieron, besando con ternura la frente y los ojos de 
Carol. 
¡Odiaba a esos desgraciados de los Paz! 
¡Odiaba la injusticia que Carol había sufrido por parte del destino! 
Y se odiaba a sí mismo por haber sido una “puñalada” más en su vida ya desgarrada. 
Aspen la abrazó con fuerza, tardando en encontrar las palabras, 
“Ellos no merecen llamarse tu familia. No necesitas su amor. Si ellos no te aman, nosotros sí lo haremos. ¡Yo y los niños te amaremos bien!” 
Al oírlo, Carol se acurrucó más en sus brazos, sollozando, 
“Ape, después de divorciarme, casémonos.” 
El corazón de Aspen dio un brinco. 
Carol continuó, “Mi ‘hogar‘ de infancia era un infierno. ¡No era feliz, muy infeliz! Siempre soñé con tener un hogar feliz y cálido, donde todos los días estuvieran 
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Capitulo 764