Capítulo 31:
Paisley sintió que la invadía una pizca de decepción.
Inspiró profundamente, reuniendo sus pensamientos, y dijo: «¿Comprendes el peso de dejar el estudio de música? ¿Puedes comprender la multitud de individuos consumidos por la envidia debido a tu posesión de una abundancia de estudiantes excepcionales?».
Rena seguramente conocía la gravedad de su decisión.
Pero no podía hacer nada al respecto. Sólo podía sucumbir al llanto y ofrecer sus disculpas a Paisley, que antes le había brindado un apoyo inestimable.
Paisley se inquietó.
Encendió un cigarrillo, lo apagó y, mirando a Rena, articuló: «Dime, ¿has conseguido ofender a alguien?».
Rena asintió, reconociendo la verdad.
Estaba segura de que Aline no podía ser la catalizadora de este problema; ¡tenía que estar implicado Harold!
Ansiaba desentrañar el alcance de los astutos métodos de Harold para tratar con ella.
Paisley apagó su cigarrillo, con el corazón aún lleno de compasión, mientras le decía: «Para apaciguar a esos padres, debes marcharte del estudio de música. Si surge una oportunidad en el futuro, procuraré reincorporarte».
A pesar de estas garantías, ambos sabían que la situación profesional de Rena se vería seriamente afectada tras este incidente.
Rena salió del despacho de Paisley, con el semblante pálido y desolado. Mientras recogía sus pertenencias, sus colegas la miraban con simpatía. Sólo Aline intervino, cargada de sarcasmo: «¡Rena, deberías conocer bien las normas de aquí! Tu error se produjo simplemente porque la señorita Rayne te favoreció. Ahora tu reputación en el sector está manchada. ¿Quién se atrevería a contratar tus servicios de profesora de piano en los próximos días?».
Rena respiró hondo, su voz goteaba frialdad, mientras afirmaba: «Así que conspiraste con Harold contra mí, ¿verdad? ¿No temes que algún día él también se vuelva contra ti?». Aline se acercó, con una mueca despectiva grabada en el rostro.
En voz baja, dijo: «Rena, ¡permíteme que te explique las innumerables cosas que ignoras! Mientras aún estabas enredada con él, mantuve relaciones íntimas con Harold. Sí, me he follado a tu novio».
Al oír esas palabras, Rena se sintió invadida por el asco.
Detestaba a Harold hasta la médula. Aline se deleitaba con sus actos. Manteniendo la compostura, Rena replicó con expresión frígida: «¡Enhorabuena!».
Recogiendo sus pertenencias, Rena se dispuso a marcharse, pero Aline la agarró del brazo, negándose rotundamente a
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soltarla.
La respuesta de Rena distaba mucho de lo que Aline esperaba. ¿Por qué Rena se había ganado la admiración de Paisley y se había convertido en la novia de Harold?
Mientras tanto, Aline se había esforzado mucho durante mucho tiempo, pero seguía siendo inferior a Rena. ¿Era porque no podía competir con Rena? No, se debía a su empobrecida educación. Procedente de una pequeña ciudad, sufría el desprecio de los demás.
Por fin había conseguido humillar a Rena.
Con aire petulante, Aline comentó: «¿Comprendes por qué Harold nunca tuvo relaciones íntimas contigo? Es porque siempre destilas reserva y banalidad.
Carece de interés en comprometerse en tales empeños contigo».
Rena bajó la mirada y respondió con sorna: «¡Entonces os deseo a ti y a Harold felicidad eterna!».
Después de decir lo que pensaba, empujó a Aline a un lado y se marchó rápidamente.
El rostro de Aline se contorsionó de furia.
Sin embargo, pronto recuperó la satisfacción. La familia de Rena estaba destrozada y ella había perdido su carrera. Aline ya no tenía por qué sentir celos de Rena.
De buen humor, Aline se tranquilizó y envió un mensaje a Harold.
«Me he procurado un nuevo camisón negro. Ven a mi casa esta noche. Te lo pondré».
La respuesta de Harold llegó unas dos horas más tarde.
«He estado excepcionalmente ocupado últimamente. No me envíes mensajes a menos que tengas algo importante que decirme».
Aunque ligeramente descorazonada, el corazón de Aline se hinchó de dulzura.
Creía firmemente que él no hacía más que utilizar a Cecilia y que sólo ella misma podría ganarse el afecto de Harold.
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