Capítulo 243
“Nuestro joven maestro tiene una enfermedad mental grave y no puede ser estimulado, pero estas personas… que vienen aqui sin ser invitadas son realmente…” Nicanor suspiró pesadamente y señaló las cámaras de seguridad que bordeaban el patio. “Aqui todo está vigilado. Pueden revisar las grabaciones. Nuestro personal intentó detener al perro callejero de atacar en cuanto sucedió, pero ya saben, cuando un perro enloquece y muerde, no suelta fácil.”
El policia echó un vistazo a Kent, luego a Alfredo y a Sandra. “Lleven al herido al hospital rápidamente. Nosotros vamos a investigar esto a fondo, pero si fueron ustedes quienes irrumpieron en una casa privada, este asunto tendrá que tratarse por separado“.
Kent se pegó a mi, mirando con ojos sombrios a Alfredo y Sandra.
“No olviden, ya no hay lazo que nos una… La próxima vez que irrumpas aqul y me provoques, puedo… matar, ¿oiste?” Su voz temblorosa contrastaba con la amenaza que lanzaba.
“Nayri. ¿tienes miedo?” Kent susurró cuando el policia y los demás se hablan ido.
Me preocupaba más por el perro que por nosotros. Negué con la cabeza. “El perro lider… ¿es el que cuidas? ¿Estará bien?”
“Es astuto, seguro ya encontró el camino de regreso a casa, dijo Kent, con una sonrisa en los labios.
Le pregunté en voz baja. “¿Cómo se llama el perro?”
Se quedó callado, mirando al suelo.
“¿No tiene nombre?” insisti.
“Estela…” murmuró casi inaudible.
“¿Eh? ¿Así se llama ese animalito?“, quise reirme.
Kent gruñó y se quedó en silencio.
“Señor, señora, Adela ya está en el hospital. No corre peligro de muerte, pero su rostro quedó desfigurado. Y en las redes sociales, la cosa se está poniendo fea,” informó Nicanor acercándose.
“Kent, lo que le pasó a la familia de la abuela de Ainara, ¿fuiste tú?” pregunté en voz baja.
No lo nego, pero cambió de tema. “Nayri, no quiero ir a la empresa…”
Estaba haciendo pucheros, diciendo que no quería ir a trabajar. “Nayri, acompañame.”
Extendi la mano y aparté su hermoso rostro fingiendo sentir lástima, pero fue inútil eso no funcionaba conmigo. “Ve tú, yo tengo cosas que hacer.”
“Pero no quiero…” Parecia que no soportaba perderme de vista, como si temiera que algo malo me
“Está bien, te acompaño a la oficina,” cedi al final.
me pasara.
Al dejar la casa de los Linares, Kent y yo fuimos a ver a Felipe, quien vacia paralitico y sin poder hablar.
La verdad sea dicha, estar vivo en ese estado es peor que la muerte.
Lamentablemente, ahora él no podia vivir de verdad ni morir, solo servía de escudo humano.
No creo que Felipe tenga la amabilidad de alimentar a los perros callejeros, esos perros callejeros claramente fueron criados por Kent…
En la cama, Felipe miraba a Kent con los ojos a punto de salirse, balbuceando sin poder articular palabra,
Capitulo 243
desesperado.
Kent lo observaba con una sonrisa en el rostro.
Por un momento, dio realmente miedo.
“Abuelo, cuidate, tienes que vivir mucho… mucho tiempo.” dijo Kent con voz grave al acercarse a Felipe.
Felipe se desesperaba aún más, sus venas se marcaban por la tensión, pero ya no podía decir nada.
Sali de la habitación y me encontré con Nicanor esperando afuera. “¿Cuántos años lleva Nicanor con el viejo?”
“Diez años,” respondió sincero.
*¿Y en esos diez años no se ha creado ningun lazo?” Tras el colapso de Felipe, la familia Linares fue barrida de arriba abajo, incluyendo a las empleadas del hogar.
En ese momento todavia dudaba de que Nicanor fuera un jefe oculto, pero parecia que era muy respetuoso con Osvaldo.
Luego sospeche si Nicanor estaria usando a Kent, al heredero de los Linares, aprovechandose de su inocencia para manipular la situación a su favor.
“Usted aún es joven, no entiende hasta que punto puede llegar la maldad humana.” me respondió Nicanor, como si mi pregunta fuera un acertijo, esquivando pero dejando entrever mucho más.
“Mi papa falleció en un accidente laboral cuando yo apenas tenia unos quince años, perdió la vida en un desastre de construcción. Ese ano, mi hermanita solo tenia cinco. Mi mama se fugo con el dinero que recibió por la muerte de mi padre, nos abandonó a mi hermana y a mi a nuestra suerte. Desde entonces, nos tocó apoyarnos mutuamente: yo, siendo un adolescente, tuve que trabajar y estudiar al mismo tiempo, recoger basura, buscar refugio, pero con la ayuda de gente de buen corazón, logramos salir adelante y dejar atrás la vida de vagabundo.”