Capítulo 224 
“Entonces, ¿los que lo maltrataban ahora están tranquilos como si nada?” Del otro lado del teléfono, Ellas pregunto con un tono cargado de significado. 
Mi corazón dio un vuelco y abri los ojos de par en par. 
“¿Qué quieres decir…?” 
“La muerte de su padre Mateo está muy relacionada con la de su tío Federico. Incluso Braulio y otros estuvieron Involucrados. Hasta ahora, ya has visto lo que le pasó a Federico, Y Felipe, que encubrió al asesino, ahora tampoco puede levantarse de la cama. ¿Realmente crees que todo esto no tiene nada que ver con Osvaldo?” Elías soltó una risa fría bajando la voz. 
Me quedé en silencio, muy consciente de que en el fondo no confiaba del todo en Kent, pero también sabía que lo conocía desde niña, sabía que en esencia era bueno… 
“Ese loco piensa que, por golpearme la cara, ¿ya no podré llevarte a ver? Eh, me subestima.” Elías parecía estar aguantando las ganas de medirse con Osvaldo, y hasta su habla por teléfono se notaba entrecortada, ¿tan hinchado estaba su rostro por los golpes…? 
Elias tiene una pinta de ser un tipo frío, es difícil imaginar cómo se vería con la cara hinchada. 
“¿Llegaste a la Universidad de la Capital?” preguntó de nuevo. 
*Si, ya estoy aquí.” Miré a mí alrededor. 
“Entra a la universidad y dale el teléfono al guardia para que te deje pasar. Haz lo que te digo.” 
No sabía qué estaba tramando Elías, pero seguí sus instrucciones y crucé toda la Universidad de la Capital. 
Me hizo atravesar el campo deportivo, pasar por una puertecita y llegar a una fila de edificios de apartamentos detrás de la escuela. 
“¿Me estás tomando el pelo o qué?” Ya estaba perdiendo la paciencia y lo confronté con los dientes apretados. 
“¿Para qué te tomaría elipelo? Estoy aquí mismo siguiéndote, ¿de qué tienes miedo?” Elías se burló al hablar. 
Miré hacia atrás, no es de extrañar que siguiera sintiendo como si alguien me estuviera siguiendo. 
Llevaba la visera de la gorra baja, con una mascarilla y gafas de sol, y sobre la gorra, una capucha. Si no lo supiera, pensaría que era una estrella evitando a los paparazzi. 
“¿Tanto problemas te haces?” No pude evitar que mi boca se torciera ligeramente. 

“¡La cabeza puede caer, pero la cara no puede perder su gracia! Si ese me arruina la cara, no necesitaré esperar a que me mate, me lanzaría yo mismo desde un edificio.” Elías habló con dientes apretados. 
Volví a contener una mueca, recordando lo distante que parecíá en el hospital, como si quisiera estar por encima de todos, pensé que sería alguien difícil de tratar, ¿y resulta que era un tonto? 
“El tercer bloque de apartamentos.” Colgó el teléfono y caminó a mi lado. 
Le eché un vistazo y a través de las gafas de sol, sus ojos se veían tan oscuros como los de un panda. 
H H 
¿De verdad Kent le había hecho eso? Imposible, si hasta le dolía la piel al contacto con el agua, ¿cómo iba a hacerle daño a alguien…? 
Elías me llevó al edificio de apartamentos y bajamos al sótano. 
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15:01 
Empecé a sentir miedo, no sabia por qué, pero el lugar me parecia siniestro y trio. 
Tanto miedo tienes? Ja… Pensé que serías muy valiente si te atrevias a casarte con un lunatico” Elias tenia una lengua venenosa, pero no parecía ser un mal tipo. 
“Este es un apartamento privado, un territorio exclusivo de ese loco. La única razón por la que puedo entrar es gracias a mi rostro. Elias parecía un poco orgulloso de sí mismo, como si su atractivo hubiera conquistado al conserje. 
Lo segui con paso pesado. El sótano del viejo edificio era frio, pero al estar semisubterráneo, no era muy húmedo. 
Las paredes estaban llenas de grafitis y de formulas y números. 
Se notaba que Kent, durante su tiempo en Clase Elite, había vivido allí. 
“Si ya había sido reclamado por la familia Linares cuando estaba en Clase Elite. ¿Por qué todavía vive en un sótano como este? Estaba un poco confundido. Toqué la pared ligeramente con mis dedos y senti una descarga eléctrica en mi corazón. 
“Él es como un fantasma que no puede ver la luz, siempre prefiere los lugares oscuros.” Elias habló apretando los dientes, empujando la puerta de hierro del sótano, que chirrió al abrirse. 
Entré tras él y el interior era espacioso, con estantes llenos de libros cubiertos por paños negros. 
Elías tiró de los paños y en ese instante, me quedé paralizada en mi lugar. 
El miedo… empezó a manifestarse desde la punta de mis pies.