Capitulo 163 
Mi cara iba palideciendo cada vez más mientras levantaba la vista hacia Renán: “¡Ya basta!“. 
Temia que Ainara realmente tuviera algo que ver con el asesino, y que esos chicos fueran manipulados por ella. Ahora era Ainara, y si ella era cómplice del asesino, no podía escapar de la responsabilidad. 
“¿Ahora te subirás al carro como buena chica?“, Renán me amenazó con voz grave. Entonces no me quedó de otrà que subir al carro a regañadientes, queriendo saber cuál era el propósito detrás de las amenazas de ese hombre. 
“¿Qué quieres?“, to miré fijamente. 
“Solo yo puedo ayudarte, ese loco de Osvaldo no podrá hacerlo, me dijo Renán, echándome un vistazo, tan indiferente y condescendiente como siempre. “Quiero que te divorcies de él“. 
Aprete mis manos con fuerza: “Señor Hierro, está tan empeñado en que me divorcie. ¿qué pretende? Lo que llevo en mi vientre es un niño de la familia Linares“, dije a propósito que estaba embarazada para que no se fijara más en mi. 
Pero el parecia aún más loco, su mirada ardiente clavada en mi vientre: “Nayri también estaba embarazada“. Me pareció temible, en ese momento, senti que era aún más loco que Osvaldo. 
*La familia Linares ya no tiene a nadie más, Felipe sufrió un derrame, Federico tampoco despertara, ¿a quién le importará el niño que llevas dentro?“, Renán se burló con una risa fria, levantando la mano para sujetar mi 
barbilla. “Deberias sentirte afortunada de tener esa cara“. 
Lo que queria era claramente mantenerme a su lado como un reemplazo. 
“¿Mi cara? Jajaja, no me parezco a Yuria y, además, ella todavía no está muerta“, lo provoque a Renan a propósito. 
Sus ojos destellaban frialdad: “Eso no es algo que debas especular“. 
Sople con desden, siempre tan arrogante: “Señor Hierro, ¿también estaba tan tranquilo ayer cuando mi esposo soltó el perro para morderlo?“. 
Ya me estaba molestando un poco que Kent no me hubiera despertado anoche para unirme a él Realmente queria ver una expresión en la cara de ese hombre diferente a su habitual dominio y frialdad. 
Renán, furioso, apretó los dientes y casi escupló las palabras entre ellos: “Te aconsejaria que fueras inteligente. Para poder casarte con éxito con la familia Linares y ayudar a la familia Galindo a superar esta crisis, parece que has tenido algunos tratos con el asesino“. 

Él había descubierto algo. 
“¿Me estás amenazando?“, lo mire fijamente. 
Renán estiró la mano y me jaló hacia él: “Puedes tomarlo asi si quieres“. 
“¿Y después de divorciarme de Osvaldo? ¿Qué planea hacer? ¿Con su poder y medios va a protegerme? Si resulto ser la asesina, es un delito protegerme“, lo mire seriamente e inocentemente. 
“Eso ya no es asunto tuyo“, me recordó que dejara de hablar tonterías. 
“Ven a buscarme después de divorciarte de Osvaldo“, Renán queria que resolviera las cosas rápidamente. Supuse que ya debía tener listo el contrato, solo esperando que me divorclara de Kent. 
“Encubrir también es un gran delito, ahora somos camaradas en el mismo barco, ¿verdad?“, le pregunté con voz suave y dulce. 
Renan trunció el ceño, visiblemente molesto. 
“El señor Hierro deberia saber muy bien lo importante que es la reputación del presidente para el grupo. ¿verdad?“, el chofer detuvo el carro cerca de la residencia Linares, y bajé. 
Al salir, agité mi celular: “Señor Hierro, acabo de grabar todo lo que dijo sobre protegerme, si realmente quiere amenazarme, no me queda más que arrastrarlo conmigo, estamos en el mismo barco anora 
La cara de Renan se oscureció por un momento, siempre imperturbable, sin mostrar ninguna expresión en su rostro, pero sus ojos estaban tan oscuros que parecia que iba a devorar a alguien. 
“Asi que, para la próxima, señor Hierro, no confie tan fácilmente en las mujeres, le sonrei mientras retrocedia desafiante, y me daba la vuelta para irme. Para lidiar con alguien como Renán, tenías que tratario con su propia medicina, a gente como él no habla más remedio que ponerla en su lugar. 
Yo fui la que le permitió tanto antes, dejándolo actuar sin restricciones gracias a los favores que él y su familia me habian hecho, llevándolo al extremo. Mori una vez, y ahí fue cuando cai en cuentar “Uno puede seguir adelante sin el otro. Le pagué con mi vida lo que le debla, ¿y aún no era suficiente? 
En el carro, Renan me miraba con una intensidad que calaba hondo, sabia que estaba enfadadoc ni siquiera necesitaba voltear para sentir la quemazón en mi espalda.