Capítulo 190 
¡Quedan diez días de vida! 
Volver al equipo en cinco días. 
Una misión junto a su amigo Ricardo. 
Ese fue el mensaje que justo le habían dado a Herminio. 
El lider dijo que sole tendrían cinco días de descanso. 
El corazón de Soraya gritaba que solo le quedaban diez días de vida. 
¿Quería esto decir que su final llegaría en esta misión? 
¿Acaso había estado equivocado sobre quién era su verdadero enemigo todo este tiempo? 

¿El peligro venía de Ricardo, y no de su buen amigo Joan? 
Aunque se llevaba bien con Ricardo, su relación con Joan era aún mejor. 
Herminio acababa de activar el altavoz, y Soraya también escuchó el nombre de Ricardo. 
[Chispita, ¿Ricardo es el hermano en desgracia de nuestro amigo? 
Recuerdo que cuando lei la novela, solo me quedó claro que su amigo tenía Villarroel como apellido, pero olvidé su nombre.] 
Herminio y Cristián contuvieron la respiración, esperando que Soraya revelara más información. 
Chispita: (No lo es, él solo es quien pasa la navaja.) 
(Su verdadero amigo, Joan, es quien apuñala por la espalda. 
Joan también estará en esta misión. 
Su misión esta vez es ir a la frontera para expulsar a los terroristas. 
En el guion original, el líder de los agitadores es eliminado por Herminio. 
Por méritos de guerra, después de esta victoria, él habría sido promovido a mayor. 
Pero su amigo, consumido por la envidia, se une a Ricardo, y entre los dos lo traicionan. 
Ricardo lo droga, y Joan se lo lleva. 
Y ya sabes lo que sigue. 
Aprovechándose de que está inconsciente, le sacan los ojos, cortan los nervios de sus extremidades, y lo arrojan a una jaula de fieras, quedando nada de él. 
Y cuando esos dos regresan, no solo reclaman los méritos de guerra, sino que también traen un cuerpo mutilado, diciendo que Herminio murió en acto de servicio. 
Y así, la familia Fuentes recibe una medalla a los caídos, y el asunto queda cerrado.) 
[Ay, el pobrecito realmente da pena. 
Debería haber sido ascendido y enriquecido. 
En vez de eso, Ricardo lo droga, y Joan lo deja ciego y mutilado, para ser devorado por fieras. 
Qué triste fin para un joven tan prometedor. 
Pero bueno, ya está. 
Por el hecho de que sea el hermano biológico de mi marido, espera cuando salga a la misión. 
Voy a seguirlo en secreto y salvarle la vida.] 
Herminio se sintió profundamente conmovido al escuchar sus pensamientos. 
¡Qué increíble es mi cuñada! 
¡Va a arriesgarse en un campo de batalla de verdad solo para salvarme! 
Uf… 
Prometo que en adelante, la trataré como si fuera mi propia madre, con todo el cariño del mundo. 
Ahora que Herminio sabía quién quería, hacerle daño, el peso que había sobre sus hombros se desvaneció. 
Con una sonrisa complaciente, dijo, “Cuñada, ¿quieres café? 
Voy a comprar, ¿cómo te gustaría?” 
Las mujeres siempre aman el café, y cuñada no debe ser la excepción, ¿verdad? 
17.51 
Es la tarde perfecta para un café. 
Soraya lo miró con desconfianza. 
[¿Qué pasa con este tonto? ¿Desde cuando se preocupa por si quiero café o no? 
Siempre me ha tratado mal, ¿qué le ha dado ahora? 
¿Será por haberlo salvado en el tejado hace unos días?] 
Herminio quería decirle que ella lo había salvado más de una vez. 
Pero no pódia. 
Se levantó y preguntó, “Cuñada, ¿prefieres sabor a mango, fresa o tal vez limón?” 
“¿De verdad vas a comprarlo? Soraya pensó en el café, de hecho, le apetecía uno. 
Herminio asintió, “De verdad, nunca miento. 
¿Qué sabor quieres?” 
Luego miró a Cristián, “Hermano, ¿y tú qué quieres?” 
Soraya respondió por Cristián antes de que pudiera hablar. 
“Él no puede beberlo.” 
“Tiene una infección pulmonar, no puede tomar nada dulce.” 
“Para mí, uno de menta, con un poco de azúcar, no tan caliente. 
Y agrégale un pastel de nueces.” 
Después de que Herminio salió a comprar el café, Soraya murmuró al oído de Cristián. 
“¿No te parece que tu hermano ha cambiado?” 
Cristián ni levantó la vista, “¿Qué cambio? 
¿No serás tú la que ha cambiado? 
Tú cambias, y él cambia.”