Capítulo 385 
Joel finalmente se arrastró hasta nosotros, se tiró sobre la mesa, comiendo las sobras que Yuria habla dejado, esforzándose por recuperar fuerzas, 
Por otro lado, nosotros cuatro seguiamos en un tenso enfrentamiento. 
Gael me echó una mirada, levantando una ceja como diciendo que por fin habla usado la cabeza. 
Yuria, por su parte, parecia no tener miedo. “¿Te atreverías a matarme?” 
“Podrias intentarlo“, le respondi, tratando de parecer tranquila mientras la punta del cuchillo rozaba su cuello, tan afilado que le cortó la piel. 
Renán se enfureció. “Ainara!” 
Efectivamente, me llamó Ainara. 
Estaba convencido de que Yuria era Nayra. 
Qué irónico… 
No pude evitar reirme. “Si no quieres que muera, deja la comida.” 
Renȧn, sin opción, tomó el paquete de manos de Yuria, lo abrió y dejó la comida. 
Gael agarró lo suficiente para nosotros y me llevó a un rincón. 
Siempre vigilante de Yuria y Renán, le susurré a Gael. “Son peligrosos.” 
Aquí, el verdadero peligro ya no son los que nos manipulan, sino cada uno de los que han sido traídos. 
“Vamos a ayudar a Kent.” Tras comer un poco de pastel y sentir que recuperaba fuerzas, tomé algo de comida y leche y fui en busca de Kent. 
Él estaba ayudando a una mujer que había sufrido violencia doméstica a buscar a Tiara. 
Corri rápidamente y le entregué el pastel a Kent. 
Mientras él comía, tocaba las puertas, buscando la llave para liberar a la gente. 
Recorría cada habitación sin expresión alguna, liberando a todos los que encontraba. 
Comparado con la indiferencia de Renán y Yuria, el loco y la persona que alguna vez sospecharon que era un asesino parecían más humanos. 
“Kent…” le pregunté en voz baja. “La mayoría de los que están aquí son del orfanato, te hicieron daño y fueron responsables de la muerte de Omar. ¿No sería mejor dejarlos morir aquí?” 
Kent guardó silencio. “Son culpables, pero deben ser juzgados por la ley y el destino, no por nosotros, y mucho menos por él.” 

La voz de Kent era profunda, refiriéndose a la persona detrás de todo esto. 
Le pasé la leche a Kent y lo ayudé a buscar a Tiara. 
De repente, una puerta se abrió y de ella salió Leandro, el abusador. 
Lo primero que hizo cuando salió corriendo no fue buscar comida, sino querer golpear a su esposa. “¡Sofía Garnica, maldita…! ¿Fuiste tú?” 
La mujer, aterrorizada, se escondió detrás de Kent y de mí, temblando. 
Se le notaban las marcas de violencia en el rostro. 
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10:00 
“Te aconsejo que ahorres energias, aqui, dudo que alguno de nosotros pueda salir con vida“, le advertí. 
Solo entonces reacciono, se dio la vuelta y corrió rápidamente hasta el final para encontrar comida y armas. Los niños del orfanato, aunque no todos eran genlos, eran bastante astutos para encontrar una salida. 
Me costaba reconocer a algunos por las fotos, sus nombres ya no me eran familiares. 
Finalmente, Kent y yo encontramos a Tiara que estaba a punto de morir en un rincón de este lugar. 
Golpeamos la puerta sin obtener respuesta. 
*Tiara, Tiara hermana“, gritaba Sofia, llorando y pidiendo que respondiera. 
Pero no había respuesta. 
Me preocupé. Si estaba inconsciente ahí dentro y no sabíamos dónde estaba la llave, ¿cómo la sacaríamos? 
Justo cuando no sabia qué hacer, Gael llegó con un hacha y empezó a golpear la cerradura. 
Chispas volaban con cada golpe. 
Finalmente, la cerradura cedió y la puerta se abrió de un empujón. 
Gael fue el primero en entrar, corriendo a darle agua a Tiara, que yacía en un rincón, pálida y casi sin fuerzas. Hay una frase escrita en su pared. Si no puedes cambiar este mundo sucio, hazlo por tu cuenta. La supervivencia del más apto, el débil debe morir. 
No entendi lo que quería decir, así que miré a Kent. 
Kent señaló una baldosa en la esquina, manchada con una gota de sangre, resaltando entre la limpieza del resto del lugar.