Según él era su postre favorito. 
Pero en realidad, a quien le encantaba era a Nayra. 
Él solo se veía ‘obligado‘ a comerlo. 
“Come un poco nomás“, me decia Kent en voz bajita, tratando de llevarmelo de ahi. 
Renán estaba parado, tieso como un palo, intentando dar alguna explicación. 
“Nayri…” 
“Me acuerdo que te dije que ‘Nayra‘ era alérgica al mango.” Antes, si no sabias, pues va y pasa, pero ahora que tampoco te acuerdas, parece que se nota la diferencia entre querer y no querer en los detallitos. 
“Nayri, no es eso, es que pensé… que con el cuerpo de Ainara…” Renan queria explicar, decir que Ainara no era alérgica al mango. 
Pero en el fondo, todavia dudaba de mi identidad como “Nayra‘. 
Y tercamente queria convertir a ‘Ainara‘ en la Nayra de antes. 
Como si yo fuera una muñeca o un reemplazo perfecto. 
“Renán… siempre fuiste un egoista, no quieres a nadie, solo te quieres a ti mismo“. le dije con sarcasmo, apretando la mano de Kent. “¿Nadie te ha dicho que el amor se puede acabar? Mas aun, si te lo has ganado con mentiras…” 
Se habia esforzado tanto en ganarse un amor a base de engaños y ni siquiera supo valorarlo. 
Renán se quedó con las manos colgando, sin fuerzas. Quería decir que el amaba a Nayra. 
Pero su garganta no le respondia, como si le doliera demasiado abrir la boca. 
Él quería ser el amor de Nayra, el que ella llevara en el corazón, y se esforzó un montón para lograrlo. 
Pero al final, solo se convenció a sí mismo. 
“Si no quieres que Yuria muera, déjanos ir“, hablé de nuevo, sosteniendo la mano de Kent con firmeza. 
No iba a soltarla. 
Le debia demasiado. 
Quizás porque yo estaba enfrente, Kent se habia calmado un montón, y me miraba con ternura. 

“Nayri… él es malo“, empezó a quejarse otra vez. “Siempre quiso arrebatarte de mi lado.” 
Apreté un poco más fuerte su mano. 
Renán tenia una mirada oscura, sin intenciones de dejarnos ir. 
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Capitulo 272 
Sabía que estaba ganando tiempo, los hombres de Braulio debían estar llegando.. 
“Renán… ayúdame“, pedia Yuria llorando mientras el cuchillo rasgaba su cuello. 
Miré a los ojos a Renán, estaba jugando una apuesta. 
Tomé el cuchillo de uno de los guardaespaldas y me lo puse en el cuello. 
¿Y si ‘Nayra‘ muere? 
“Nayri…“, Kent estaba asustado, mirándome sin saber qué hacer. 
Renán también se alarmó. “Nayri…” 
“Déjanos ir“, le dije con una mirada firme. 
Renán cedió, se hizo a un lado de la puerta y los guardaespaldas también. 
Tomé de nuevo la mano de Kent y lo llevé conmigo. 
“Kent, vámonos a casa.” 
Nos iremos juntos. 
Kent sonreía al ver mi espalda, al sentir mi mano tomando la suya. 
“Nayri, vamos a casa.” 
“Nayra, él no puede protegerte“, gritó Renán desde la puerta. “La pérdida de la memoria no es algo que se pueda elegir a voluntad, pero uno mismo si… Solo los recuerdos que tú misma deseas olvidar con fuerza son los que se sellan en tu mente, ¡no lo amas, quieres olvidarlo!” 
Mis pasos se congelaron por un momento, pero no miré atrás. 
Kent me miró un poco asustado, temiendo. 
¿Qué recuerdo sería tan fuerte como para querer olvidar, olvidar a Kent, olvidar todo lo relacionado con aquel orfanato? 
“Nayri… no le hagas caso.” Kent tenía los ojos rojos, como rogándome que no lo dejara ir. 
“Que se olvide lo que sea, ahora solo quiero irme a casa contigo“, le dije, tomando su mano para llevármelo. 
Pero ya era tarde, los carros de Braulio habían llegado y se estacionaban afuera de la casa de los Hierro, con un montón de gente bajándose de ellos.