Capitulo 245
Cuando Kent y yo tegamos a la empresa, habla unos empleados armando un problema.
“Grupo Linares, una empresa tan grande, cotizando en botsa, y ponen a un tonto a dirigir. ¿Acaso no hay nadie más en la empresa? El presidente tuvo un percance, deberian dejar que alguien capaz tome las riendas!
“Claro que sit¿Por qué dejar que un tonto maneje?”
“Un bastardo de la familia Linares y encima loco, ¿por qué dejar que él dirija?
Las palabras de esa gente eran sucias, claramente alguien los estaba instigando
Es verdad, la oscuridad de la naturaleza humana se magnifica frente a los intereses. Si Braulio les ofrece beneficios, ellos pueden sin escrúpulos difamar a alguien que nunca les ha hecho daño,
“Este loco, ¿por qué no murió en ese accidente de carro en vez de eso? Justo tuvo que ser el señor Mateo quien falleció.”
“He oido que este loco trae mala suerte.*
“He oido que ni el incendio en el Centro de Bienestar pudo con él.*
Mi rostro se oscureció y miré a la persona que hablaba.
“Kent…” Me puse de puntillas para taparte los oídos a Kent y susurré. “Sigue a Nicanor por la escalera lateral y suban.*
Kent, obediente, me miró, sin querer irse solo.
“Haz caso.”
Kent asintió con desgana, bajo la mirada y siguió a Nicanor.
Me quedé parada en la entrada de la empresa, observando a esos manifestantes.
*¿Qué tanto te ha dado Braulio para armar este escándalo aquí?‘ Me acerqué y pregunte.
Eran evidentes algunos gerentes y altos cargos en la empresa, confiados en que la empresa no se atreveria a despedirlos, ya que seria dificil encontrar reemplazos de inmediato.
“¿Y tú quien eres?* preguntó el lider.
“Me llamo Ainara, soy la esposa del presidente de Grupo Linares. Me presente con voz baja
*¿Ah si? ¿La esposa del presidente de Grupo Linares? Si algo le pasa al presidente, el puesto de CEO del Grupo Linares no lo puede ocupar un tonto, y tú, como esposa del presidente, tampoco tienes derecho a venir a darnos ordenes.*
El lider hablaba con arrogancia, diciendo que Kent no era digno.
“¿Qué tal si te dejo a ti el puesto de presidente? ¿Crees que tú sí eres digno?”
El hombre se puso pálido. “No necesitas hablar con nosotros, que salgan Nicanor y Osvaldo, ¡nosotros no aceptamos que él sea el presidente!”
*Seguro que siendo el cabecilla te llevas buenos beneficios. ¿no? Pero los que te siguen, ¿cuánto ganarán? Grupo Linares no carece de talento, no necesitan seguir con la huelga, están despedidos.” Segui provocandolo.
“¿Quién te crees para despedirnos? ¿Qué eres tú?” el hombre gritó hacia mi.
“Porque soy la esposa del presidente y tú no trabajas como debes, afectando el funcionamiento normal de la empresa. Si no te despiden a ti, ¿entonces a quién? ¿Acaso te vamos a guardar el puesto para año nuevo?” Miré hacia la posición de la cámara en el vestíbulo y cambié ligeramente de dirección.
El hombre, furioso, se acercó y me señaló intentando argumentar.
Imité las habilidades de actuación de Kent, di un paso adelante y luego rápidamente caí al suelo, sujetándome el vientre, y empecé a quejarme de dolor. “¿Por qué me empujaste…?”
El líder se quedó atónito. “¿Qué estás insinuando? Yo ni siquiera te toqué.”
Con dolor, miré a los demás. “Sé que no tienen nada que ver, fue él solo quien me empujó. En mi vientre llevo al heredero de la familia Linares, si algo me pasa, solo le pediré cuentas a él…”
Y yo, que estaba mejor que nunca.
Los demás se quedaron atónitos, en el caos nadie había visto si realmente hubo un empujón, y mi actuación fue tan convincente, que todos creyeron mi dolor mientras llamaba a los guardias de seguridad. “¡Llamen a la policía, rápido, ayuden! ¡Me ha golpeado!”
El hombre no sabía cómo defenderse, en ese momento perdió la compostura. “No te hagas la víctima, yo no…”
“Tú estabas más cerca, sé que no me tocaste… pero viste cuando él me empujó, ¿verdad? Tranquilo, cada deuda tiene su deudor, solo lo denunciaré a él.” Miré a los demás, sembrando discordia.