Capitulo 235 
Era un hecho que Ainara se habla esforzado por Imitar mi vida, y también era verdad que buscaba casarse con Osvaldo. 
Entonces, ¿por qué se tomó todo ese trabajo para terminar tragándose un montón de pastillas el dia de su matrimonio? 
Kent no parecía tan sorprendido como yo esperaba. ¿Acaso él sabía que Ainara iba a suicidarse? 
*Ainara, voy a trabajar primero, por favor contáctame si necesitas algo Vi a la conocida ir al segundo piso y asenti con la cabeza. 
“¿No te sorprende? ¿Por qué Ainara tenia tantas pastillas?“, le pregunté en voz baja. 
Kent bajó la mirada y apretó mi mano un poco más fuerte. “¿Quién en su sano juicio querría casarse. conmigo?” 
Me quedé helada por un momento, casi olvidando la pregunta. 
Antes de mi renacimiento… Kent era un vagabundo sucio y loco; era verdad que ninguna chica querría casarse con él, ¿verdad? 
“Pero ella…” Lo que no entendia era que si Ainara se habia esforzado tanto en imitarme, ¿no era su objetivo acercarse a Osvaldo? 
Después de llevar a Kent a su habitación, me excusé diciendo que iba a comprar algo para cenar, pero en realidad fui al segundo piso a ver a la conocida. 
Ella estaba en el escritorio de la enfermera y se sorprendió un poco al verme llegar. “Ainara, ¿todavía no te 
has ido a casa?” 
“Es que… el otro día, las pastillas que tome… me las comi…“, le confesé en voz baja. 
La enfermera se puso pálida del susto. “Tú… tú no dirás que te ayude a conseguir esas pastillas, ¿verdad? Solo las consegui porque tu abuela tiene problemas del corazón y el médico las recetó, no me metas en problemas.” 
Le hice un gesto para que se tranquilizara. “No me refiero a eso, es que desperté y olvidé muchas cosas. ¿sabes por qué estaba tan desesperada?” 
La enfermera abrió la boca, luchando por hablar en un susurro. “Ainara, ¿perdiste la memoria?” 
Asenti. 
“Me dijiste que tu abuela te forzaba a hacer cosas que no querías, que tus padres biológicos te obligaban casarte con alguien que no deseabas, que todos te amenazaban… los detalles nunca me los contaste.” Me quedé pensativa un momento y luego asenti. “Gracias, de verdad.” 
“Ainara… no es gran cosa. No te lo tomes demasiado en serio. Dijiste que cuando no tenías amigos con quien hablar, escribías en un diario. Escribe lo que te molesta, relájate, todo pasara“, me consoló en voz baja. 

Sonrei. “Está bien.” 
Al dejar el hospital, regresé a la casa de los Galindo. 
Alfredo estaba sentado en el sofá, echando un vistazo al periódico. Respondió sin mucha atención. “¿Qué haces aqui hoy? ¿Cómo va lo de la familia Linares? ¿Por qué no contestaste mis llamadas estos dias? ¿Sabes que a Adela la mandaron a trabajar en una obra con el Grupo Linares?” 

08:48 
Capitulo 235 
Adela, con su piel tan delicada, y Nicanor la habia mandado a trabajar en una obra. Seguro que en tres dias. se le pelaria la piel 
No le presté atención a Alfredo y entré a mi habitación, solo para descubrir que todas las pertenencias de Ainara habian sido removidas y reemplazadas por la ropa y los zapatos de Adela. 
Frunci el ceño y sali. “¿Donde están mis cosas?” 
Alfredo habló con indiferencia. “Ah, ahora que te casaste, tu hermana está usando tu habitación. Tus cosas las mandaron al almacén.” 
Senti un nudo en la garganta por cómo trataban a Ainara… realmente eran desalmados. 
No es de extrañar que ella eligiera suicidarse. 
Pero necesito saber quién la obligó a imitarme, qué pasó con esos niños de la calle, por qué conoció a Lino y si tiene algo que ver con el asesino. 
“Vaya, si no es mi hermana, la que se casó con la alta sociedad“, dijo Adela al llegar a la puerta. 
Ella caminaba con sus tacones, más bronceada que nunca, y comenzó a hablar con arrogancia. “Todavia no has logrado establecerte en la compañía con ese tonto de Osvaldo. Solo mencionar su nombre ya me hace blanco de las burlas. Eres una inútil” 
“Nuestra Adela ha estado muy cansada estos dias“, comentó la madre de Ainara, quien había salido de compras con Adela. La empleada doméstica llevaba varias bolsas de marcas lujosas, al parecer, como compensación para Adela. 
Sin cariño por su propia hija, pero tanto afecto por su hija adoptiva… que ironico. 
La madre pasó a mi lado como si Ainara fuera invisible. 
Respiré hondo, temiendo que mis cambios de humor me provocaran hipoglucemia, así que saqué de antemano algunos chicles de mi bolso, y masticando me dirigi al almacén. 
Entre un montón de cachivaches, encontré el diario de Ainara. 
Hoy estaba nublado, la abuela me pidió que fuera a llevarle comida al tio, no me atrevi, ese hombre me obligaba a desnudarme cuando no había nadie, escapé y se lo conté a la abuela, pero la abuela me dijo que no podía contárselo a nadie, o de lo contrario no valdría nada en el futuro.