Capitulo 196 
Llené el vaso de agua y lo llevé al cuarto, cuando noté que Kent estaba ardiendo en fiebre. 
Estaba todo encogido en la cama, ni siquiera se habla tapado con la cobija. 
Me senti algo triste, si es que se le puede llamar asi. ¿Cómo rayos habla sobrevivido hasta ahora si no puede ni cuidarse solo? 
“Nayri…” Estaba por alcanzarle el termómetro cuando Kent me agarró la muñeca y me jaló hacia la cama, apretándome contra él. 
¿Cómo es que aún enfermo tiene tanta fuerza? 
Definitivamente, era un toro que no sabia cansarse… 
“Me da miedo.” susurró con una voz que apenas se escuchaba, gruñendo mientras me apretaba más fuerte contra su pecho. Ahora si que se acordó de la cobija, envolviéndome con ella y hasta levantando sus largas piernas para rodearme, como si temiera que me escapara. 
“¿De qué tienes miedo?” le pregunté, confundida. 
“Me da miedo dormir solo…” Tenia miedo de que al despertar, su sueño se hubiera desvanecido. 
“Nayri, ¿tú qué crees, qué es más real, el sueño o la realidad?” Kent me preguntó en un susurro. 
“¿Quién sabe?” Yo también me perdi en la pregunta. 
“¿Sabes por que cuando recordamos el pasado, siempre lo vemos desde arriba, como si fueramos Dios?” siguió Kent con sus interrogantes. 
La pregunta me dejó muda. 
Al recordar mi infancia, ciertamente, siempre parecia como si estuviera viendo todo desde arriba. 
“¿Será posible que al volver a esos momentos del pasado, ya no seamos los mismos…?” Kent dijo con voz grave, apretando más fuerte mi mano. 
Reflexioné sobre sus palabras, durante un buen rato, pero no logré descifrarlas. 
Esa debe ser la diferencia entre un loco y un genio, y yo, una persona normal, simplemente no podial 
entender. 
“¿Quieres agua?” le dije, tratando de calmarlo. Al girar mi cabeza para mirarlo, ya se había quedado dormido. Parece que siempre que está conmigo, se dormia rápidamente. 
Sus pestañas eran largas y su piel, perfecta; todo era hermoso a la vista. 
Era para dar envidia, después de tanto tiempo vagando por ahi, con ropa que no le quedaba bien, y aun asi tenia la piel de un ángel, mucho mejor que aquellos que gastan una fortuna en cosméticos cada año. 

El cuarto estaba impregnado de una fragancia limpia y dulce, parecida al sándalo, indescriptible, que te hacia querer dormir. 
Ni siquiera recuerdo cómo me quedé dormida, pero con Kent abrazándome asi, cal en un sueño profundo rápidamente. 
ue va eran las diez…. 
No sé cuánto tiempo pasó antes de que despertara y me diera cuenta de que ya 
Ya habia oscurecido y Kent no estaba en la habitación. 
Capitulo 196 
Mi corazón se hundió de preocupación y tomé mi celular, ¿cómo es que Yuria no me habia llamado? 
Al revisar mi teléfono, descubri que estaba en modo “No molestar“. 
Kent… 
“¿Dónde está Kent?” 
La mansión se sentia vacia, oscura, silenciosa. 
No habla sirvientes, solo el mayordomo en el jardin, aún quitando hierbas a esa hora de la noche. 
“Buenas noches, ¿dónde está Osvaldo?” le pregunté nerviosa al mayordomo. 
El hombre, ya de edad, me miró un momento y siguió con su trabajo, sin responder. ¿Será que no me oyó o estaba sordo? 
Era de noche y seguia quitando hierbas. 
Un perro grande se acercó saliendo entre las flores, acostándose a mis pies obediente. 
El grandullón no parece feroz en absoluto, sus orejas están erguidas como las de un lobo y unos ojos grandes y tiemos que me daban pena. 
De alguna forma, me recordó a Kent… 
“Señor, ¿dónde está Osvaldo?” pregunté de nuevo. 
El viejo dejó su herramienta a un lado y con señas me indicó que nos 
no sabia. 
Yo no entendia señas asi que no tuve más remedio que llamar a Nicanor. 
Hoy, Yuria habia prometido ayudarle a la policia a atrapar a un asesino, esperaba que Kent no se hubiera metido en problemas… 
Nicanor no contestó mi llamada, asi que intenté con Lucas. 
Lucas tampoco contestó, seguramente estaba vigilando a Yuria. 
Tenían que asegurarse de que Yuria no corriera peligro. 
Si Yuria seguia con vida, entonces el asesino no había vuelto a actuar. 
El asesino debía de estar muy ansioso queriendo que Yuria muriera cuanto antes. 
“Ainara, ¿por qué no te atreves a venir?” le llamé a Yuria, y del otro lado se escuchaba su pánico. “Ainara, ¿dónde estás? Él me está vigilando… ¡salvame, por favor! No quiero morir.” 
Miré mi celular y solté una risa. ¿Qué pretendia Yuria con esto? ¿Acaso estaba sintiendo la desesperación que yo senti justo antes de morir?