Capítulo 9 
“Soraya, te odio, Nayra, al escuchar el corazón lleno de veneno de esa mujer, no pudo evitar romper en llanto, esa mujer malvada no paraba de maldecirla una y otra vez, deseaba poder enfrentarla y desfigurarle el rostro por su maldad. A pesar de tener una belleza radiante, su corazón estaba lleno de oscuridad, desaprovechando completamente su hermosura. 
“Hermano, si vuelves a traerla a la casa, te juro que no te hablo nunca más“, le lanzó una mirada furiosa a Soraya antes de salir corriendo, limpiándose las lágrimas. 
Soraya, confundida, no entendia qué había hecho mal. Cristián, con una mirada fría, le dijo: “¿Te vas o necesitas que llame a seguridad para que te saquen?“. 
Soraya estaba furiosa por dentro: “Este hombre, ¿por qué tiene que ser tan dificil? Ya me humillé tratando de complacerlo y ni asi me da un poco de crédito. ¡Bah! Quédate, pero te vas a perder la oportunidad de oro con el Sr. y Sra. Smith. En diez minutos, van a tener un accidente justo fuera de Grupo Fuentes y ese desgraciado va a salir como el héroe al salvarlos. ¡Qué oportunidad perdida!“. 
Con un aire de derrota y fingiendo tristeza, ella dijo: “Bueno, si no quieres irte conmigo, no hay problema, me voy sola“. Esperaba que él cambiara de opinión, pero él ni se inmutó. Solo cuando ella salió de la oficina, él mostró una breve Indecisión antes de moverse hacia su silla de ruedas: “El Sr. y Sra. Smith, ¿no son esos los magnates extranjeros de la tecnologia? Hace meses que buscan colaborar en México para introducir su tecnologia de chips. Y nosotros estamos compitiendo por ese proyecto, no podemos quedarnos atrás en la tecnologia de chips. Pero, ¿cuándo llegaron ellos a México? ¿Cómo es que no me enteré?“. 
Soraya, ya fuera de Grupo Fuentes, se dirigió al lugar del supuesto accidente, revisando el tiempo en su móvil: “Faltan tres minutos, está por suceder“. 
Al darse la vuelta, sorprendentemente vio a Cristián acercándose en su silla de ruedas, con ayuda de su asistente. Sus miradas se cruzaron, pero él trató de ocultar su desconcierto. 
“¿Qué hace aquí él aquí? Primero no quiere saber nada de irnos juntos y ahora viene detrás de mi. Ah, ya sé, debe estar lamentándose de cómo me trató antes. Jajaja, sabía que al final mostraría su lado tierno. Asi que pensó que era un ‘perro faldero, ¿eh?” 

El asistente, empujando la silla de Cristián, sintió un escalofrio al escuchar los pensamientos de la señora, insultando a su jefe en su mente. Cristián, por su parte, apretaba los puños con fuerza, tratando de controlar su ira ante las acusaciones silenciosas de esa mujer; la miraba fijamente, haciendo que ella se sintiera incómoda. Con una sonrisa irónica, pensó en lo irónico de ser llamado ‘perro faldero‘ por ella, cuando él solo habia tratado de ser paciente por el bien de su hijo.