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Capítulo 56
“Abre, Zorra. Sé que estás ahí adentro, si no abres voy a tener que romperla“, Soraya, vestida de negro de pies a cabeza, con zapatillas deportivas. Su cabello recogido en un moño alto, dejando ver su frente despejada, sin una gota de maquillaje. Sostenía un martillo en su mano, parada de manera desafiante frente a la puerta de Romina, mascando chicle con una actitud de no dejarse intimidar, golpeando la puerta de la casa con arrogancia. “Voy a contar hasta tres, si no abres, voy directo a romper las ventanas para entrar. Y luego, vas a tener que pagar por los daños“.
Romina, observando desde detrás de las cortinas, estaba furiosa y frustrada; se volvió hacia Tania: “Tania, ¿qué hacemos? Tu hermana realmente ha venido a cobrar deudas, ayer pensé que solo estaba bromeando, ¿pero realmente vino en serio? ¿Qué le pasa a esta
desgraciada? ¿Por qué se ha vuelto así de repente? Ayer mismo le rompió las piernas a Tiziano y además casi que lo extorsionó por 18 mil millones. Hoy viene por mí, definitivamente viene en serio“.
Tania había pasado la noche en el hospital junto a Tiziano, había ido a la casa de Romina después de salir del hospital, temiendo que su padre descubriera lo ocurrido, y n descubriera lo ocurrido, y no se atrevía a volver a su propia casa; apoyada contra el cabecero de la cama, su hermoso cabello caía sobre sus
hombros, mostrando un rostro hermoso pero pálido por la enfermedad: “Devuélvele todo, pero dile que por la casa esperará unos días, dile que aún no has encontrado otro lugar adecuado“.
Romina no estaba convencida: “Pero esas cosas…”
“Tranquila“, Tania la interrumpió. “Solo es cuestión de tiempo que le devuelvas esas cosas. Una vez te cases con Cristián, todo volverá a tus manos, ¿no es así? Esa idiota de Soraya solo se cree la gran cosa porque
pierda es la señorita de la familia Valle y la señora Fuentes, para cuando esos títulos… ¿No te parecerá fácil ajustar cuentas y vengarte de ella? Romina, las personas que logran grandes cosas no se detienen en los detalles, no dejes que una pequeña ganancia te ciegue, mira hacia el futuro. Mira a mi madre, por ejemplo, ella no soporta a Soraya. Pero fue capaz de criarla como si fuera su propia hija, y hasta la trató mejor que a
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mi. Mi padre se casó con ella precisamente por eso, aprende de eso.
Cuando te cases en la familia Fuentes, haz lo mismo, ‘cuida bien‘ a Mateo, y naturalmente atraerás la atención de Cristián“.
Al pensar en Soraya siendo despreciada por Fiona, Romina sintió un Impulso: “Tania, gracias, ya sé qué hacer“.
“Baja y haz que se vaya, no dejes que descubra que estoy aquí“. En público, ella y Soraya eran hermanas muy unidas. Soraya no sabía que ella y Romina eran tan cercanas, y ese no era el momento de dejar que ella se enterara.
Abajo.
Romina, en una bata blanca, deliberadamente despeinó su cabello y se cubrió la boca fingiendo toser, mostrando una apariencia enfermiza y desanimada al abrir la puerta. Luego, con una voz débil, dijo: “Yaya, lo siento, me había quedado dormida y no escuché que tocabas; me dio fiebre de repente anoche y no pude dormir bien. Recién me quedé dormida al amanecer“.
Soraya la empujó a un lado: “Ya, deja de fingir conmigo. No soy ningún hombre para caer en tus trucos de damisela en apuros, yo vengo aquí a cobrar deudas, ¿y bien? ¿Tienes mis cosas listas? Creo que te lo dejé bastante claro ayer“.
Romina, con sus dedos tensos escondidos en las mangas, temblaba de ira. Esa desgraciada, realmente no tenía intención de dejarle una salida digna: “Yaya, puedo darte tus cosas ahora mismo. Pero, ¿podrías darme unos días para la casa? Estos días no me he sentido bien y aún no he buscado otro lugar, espera a que me recupere, y entonces buscaré otro lugar. Una vez me mude, te devolveré las llaves de la casa, ¿te parece? Aunque no sé por qué de repente quieres cortar lazos conmigo, pero quiero que sepas que no te guardo rencor. En estos años me has ayudado mucho, y te estoy muy agradecida; no importa si no me consideras tu amiga. Siempre te consideraré mi mejor hermana. Cuando quieras recapacitar, puedes venir a buscarme en cualquier momento, te estaré esperando con los brazos abiertos“.
Ella tenía un aire comprensivo, tolerante y magnánimo, lo que hacía parecer
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a Soraya un poco mezquina, pero ésta última soltó una carcajada: “Ay, por
favor, qué cursi, me está dando un ataque“.