Capítulo 5 
Al día siguiente 
El sol dorado se filtraba por la ventana, iluminando la habitación con un cálido resplandor que se reflejaba en el suelo en manchas de luz. En la cama. Soraya frunela el ceño al despertar 
“Ay“, se sent, frotandose la cintura dolorida, sintiéndose como si un camión la hubiera atropellado, estaba toda adolorida y maqullada 
Bajo la vista hacia su cuerpo: “Carajo, Cristián, animal“, su piel expuesta estaba cubierta de moretones entrecruzados, un espectáculo lamentable. Maldijo a los ancestros de Cristidn en su mente. 
Primero finges ser un santurón y luego te comportas como un lobo hambriento. Ahora mi cuerpo se siente desarmado. Cristian, la próxima vez te dejaré sin poder levantarte de la cama“, se levantó de la cama, apenas pudo mantenerse en pie, sus plemas estaban débiles y por poco cae al suelo. Por suerte, reaccionó rápido y se sostuvo del tocador, evitando golpearse la cabeza otra vez. 
Una vez firme, camino tambaleante hacia el baño. Tras hacer sus necesidades y preparándose para lavarse la cara y cepillarse los dientes, se quedó petrificada al ver su reflejo en el espejo: “Dios mio! ¿Qué clase de gusto tenía la original? Este look es simplemente horrendo“, su cabello estaba arreglado con rastas sucias, retorcidos como ciempiés. Las pestañas, tan cargadas de rimel que parecian pegotes. El maquillaje de ojos la hacia parecer un panda, y su rostro estaba cubierto de capas y capas de base. El labial había sido borrado en su mayoría la noche anterior, dejando manchas alrededor de sus hinchados labios, pareciendo más bien una salchicha. 
“¡Por Dios! Y pensar que Cristian pudo soportar esto. No, esto es demasiado. No puedo con esto, necesito un cambio de 
look“. 

Soraya se dio una ducha, lavándose la cara con limpiador tres veces hasta quedar limpia, dadas las capas de maquillaje que solia usar la original. Después de la ducha, al mirarse en el espejo de nuevo, mostró la verdadera cara de la original; asombrada, se tocó la cara: “Estúpida, tenias una cara que podría hechizar a cualquiera, y la ocultaste asi. ¡Qué desperdicio!” 
En el espejo, su cara era tan lisa, aparte de estar solo un poco áspera, revelaba unos ojos brillantes como manantiales, su piel como porcelana brillaba de blancura. Los rasgos seductores de su rostro eran naturales, y sus ojos parecían lanzar miradas coquetas sin esfuerzo. Su nariz alta y sus labios, rojos sin necesidad de maquillaje, eran como una rosa en plena floración. 
“Qué lastima, la original malgasto su buena suerte. Pero no importa, ahora estoy yo aqui, y voy a jugar esta mano hasta el final. A esa falsa amiga, la seductora, el imbécil, y la madrastra con doble cara los pondre en su lugar, uno por uno“. 
Después de secarse el cabello y ponerse una bata, abrió el armario solo para encontrar una colección de ropa que parecíal sacada de una discoteca. Revolvió todo, pero no encontró una sola prenda decente. 
“¿Acaso esta tonta pensaba que su casa era un club nocturno? ¿Quién en su sano juicio usaría esto?“, entonces recordó vagamente un vestido blanco que Cristián le había comprado después de casarse, que ella despreció por ser demasiado sencillo y lo tiró en el fondo de su armario. 
Siguiendo ese recuerdo, abrió el armario de Cristián. Dentro, todo estaba perfectamente organizado, trajes y camisas blancas, cada prenda impecable. 
Escarbó hasta el fondo y encontró el vestido blanco intacto; se lo puso, también unas medias, y encontró una bufanda y un sombrero blanco para completar el conjunto, luego salió de la habitación. 
Al bajar, los sirvientes la miraban como si fuera un fantasma, con los ojos como platos, ¿la señora se golpeó la cabeza? ¿Por qué se ve normal? A la señora solía encantarle el maquillaje excesivo y la ropa extravagante. 
Soraya los ignoro. La original creyó en las mentiras de su amiga y ese desgraciado, pensando que así Cristian la detestaria y se divorciaria de ella, se mantuvo en el borde del ridiculo todo ese tiempo, pobre de ese hombre, resistiendo verla asi cada dia. Ella tomó asiento en la mesa del comedor: “Mayordomo, tengo hambre, ese era el estilo de la antigua dueña de ese 
cuerpo. 
Al oir eso, los sirvientes negaron con la cabeza, pensaron que la señora habia cambiado. Pero… 
El mayordomo no se atrevía a ofenderla “Un momento, señora, ahora mismo le pido a la cocina que le prepare algo“.. 
Y unos minutos después, un plato de pasta con mariscos estaba frente a ella; miró la pasta con mariscos y funció el ceño. El mayordomo, pensando que iba a estallar en ira, se apresuró a decir: “Si a la señora no le gusta, puedo pedir en la cocina 
20.27 
Capitulos 
que le preparen un plato de came asada en su lugar