Capítulo 45 
“Lo que hice contigo hoy, es apenas la punta del iceberg de lo que tú le has hecho a los demás. Claro, puedes llamar a la policía, pero si lo haces, te enviaré un regalito, ¿qué crees? Si mi marido se entera que sus piernas están así por tu culpa, ¿crees que te mandará directo al infierno? ¿Realmente creíste que nadie se daría cuenta de ese accidente de tránsito?“. 
Al escuchar eso, Tiziano casi pierde los ojos de la impresión; trató de controlar su pánico, pensaba que aquello que decía era imposible. Todo el mundo que sabía del accidente ya había sido “manejado” por él, ¿cómo demonios sabía esa mujer? Debía estar mintiéndole, él había hecho desaparecer al chofer y a toda su familia. 
Al oír sus pensamientos, Soraya sonrió con malicia: “Déjame contarte un secreto, el chofer no murió, está vivo, y, ¿qué crees? Si se entera que le ayudaste y luego mataste a su familia. Jajaja, ¿crees que vendrá por ti?“. 
Tiziano palideció, su cuerpo se debilitó, parecía haber visto un fantasma, ¿cómo sabía de lo del chofer? Él estaba tan asustado que se orinó encima, dejando un olor que hizo que Soraya se tapara la nariz, disgustada: “¿En serio? ¿A tu edad aún te orinas encima? Eres asqueroso“. 
Ella levantó un martillo: “Voy a contar hasta tres, si no has pensado en una respuesta, no me culpes por lo que pase. Uno, dos y tres“. 
Justo cuando estaba por golpear, Tiziano suplicó sin dignidad: “Acepto“, sabía que Soraya había cambiado. Si no aceptaba, ella realmente haría lo que estaba diciendo. Esa loca cumplía sus palabras. 
El martillo de Soraya se detuvo justo encima de él: “Ves, haber sido obediente desde el principio te hubiera ahorrado todo esto. Forzándome a ser violenta. Estos golpes son por mi marido, arruinaste sus piernas, así que romperte las tuyas es justo“, y recogió el móvil de Tiziano y se lo pasó. 
“Haz la transferencia ahora mismo. No quiero un cheque, podría ensuciarse con tu orina“. 

La cara de Tiziano se tornaba entre verde y blanca. La humillación y el 
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Capitulo 45 
malestar lo hacían querer matar a esa en ese mismo momento. 
Ese día, Soraya había triturado su dignidad contra el suelo. Ella, ignorando su odio, tras recibir una transferencia de 1.8 mil millones, dijo con satisfacción: “Estoy abierta a venganza. Pero si por casualidad muero un día de estos, recuerda que tu mamá mató a la abuela Peralta, envenenó al abuelo Peralta, dejó a la Srta. Peralta en estado vegetativo tras empujarla por las escaleras, si todo eso sale a la luz, ¡no te arrepientas! 
Ay, con toda esta ‘información‘ que tengo, vendértela solo por 1.8 mil millones parece una pérdida, ¿qué tal si se lo vendo a Cipriano Peralta, crees que pagaría más? Pero no importa, somos tan ‘amigos‘, me aguantaré la pérdida y guardaré todo para ti. Cuando me quede sin dinero, volveré a buscarte. Estoy segura de que estarás encantado de ser mi cajero automático. Jajaja… ¡Adiós! Ahora puedes llamar a una ambulancia, acabo de hacerme un dinero extra y voy a disfrutarlo. Espero te diviertas en el hospital. ¡No me extrañes demasiado!“, y le mandó un beso volado, guardó el martillo en su bolsillo y se alejó con paso firme. 
Tiziano, pálido, llamó a emergencias, mirando con odio el camino por donde se había ido esa mujer, su rabia crecía descontroladamente. Se prometió a sí mismo: “Soraya, no te dejaré escapar“. 
Pensando en las palabras de ella al irse, sintió miedo y se quedó en shock. Las acciones de su madre habían sido tan secretas, ¿cómo lo sabía esa mujer? Por un momento, quiso acabar con Soraya de inmediato, pero la posibilidad de que ella realmente tuviera pruebas lo detuvo. ¡No se atrevía a tomar el riesgo! 
Después de cobrar una deuda, Soraya se sintió de maravilla y decidió parar en una tienda de café. Justo cuando estaba por hacer fila, levantó la vista por casualidad: ‘Ah, ¿no es ese Herminio? Si no me equivoco, este tonto está a punto de correr un grave peligro. Aunque esa vez el tonto logró escapar, terminó con una bala en el pecho, dejándole una secuela‘.