Capítulo 224
Después de resolver los asuntos pendientes, Herminio regresó temprano a su unidad, listo para embarcarse en una nueva misión.
Ya de vuelta en la unidad, se confirmó lo que Soraya había mencionado: se habla desatado una revuelta en la frontera, con ataques de terroristas que habían causado varias victimas. La orden era seleccionar a un grupo de élite para expulsar a esos criminales. Y él había sido elegido como parte de ese equipo élite. Su gran amigo Joan y su compañero de armas, Ricardo Villarroel, también formaban parte del equipo.
Al verlo, Joan se acercó sonriendo y le dio una palmada en el hombro. “Herminio, finalmente regresaste. ¿Cómo está esa herida? Esta misión es peligrosa. Si aún no estás recuperado, mejor no te arriesgues.”
Joan, un hombre alto de apariencia común y de la misma edad que Herminio, tenía la piel bronceada por el sol y dos hoyuelos que aparecían cada vez que sonreía, irradiando una vibra positiva. Siempre vestía con orgullo su uniforme, pareciendo un hombre honesto y directo. Herminio, sin embargo, no podía entender cómo, detrás de esa fachada, Joan podía ser una persona tan despreciable y cruel.
Suprimiendo sus pensamientos, Herminio golpeó amistosamente a Joan, como solía hacer. “Ya casi estoy bien. Quería aprovechar la baja por enfermedad para descansar un poco más. Pero al saber que tú también estarías en esta misión, no pude resistirme. Hace tiempo que no trabajamos juntos. Somos un duo inigualable en la unidad. Con nuestra coordinación, podremos acabar con todos esos criminales.”
“Por supuesto,” respondió Joan sonriendo. “Juntos, no habrá quien nos detenga.”
Después de charlar un poco, Herminio encontró una excusa para alejarse. Preferiría no tener que hablar tanto con alguien tan falso. Detestaba a las personas que sonreían de frente pero traicionaban por la espalda. Cuando Herminio se fue, Joan escupió con desdén y una sonrisa fría se dibujó en su rostro. “Buen amigo, ja! Si realmente me considerara un amigo, no estaría en mi camino. Pero siempre está ahí, obstaculizándome. Si no me deshago de él, nunca podré sobresalir. Este viaje a la frontera será su última parada.”
Joan no podía entender cómo, a pesar de sus múltiples intentos por eliminarlo, Herminio siempre lograba salir ileso.
Ricardo, quien había escuchado todo, expresó su preocupación. “¿Estás seguro de esto? Herminio es una buena persona y no te quitará el mérito. ¿Por qué ir tan lejos?”
Joan, con una mirada feroz, respondió, “¿Crees que estoy jugando? O él o yo. Si no lo elimino, siempre estaré bajo su sombra. El medicamento que te di, asegúrate de usarlo bien. Si colaboras, te aseguro grandes beneficios. Ese apartamento en el oeste de la ciudad será tuyo.”
Ricardo, seducido por la oferta, apenas dudó antes de aceptar. “Haré lo que me pidas.”
Lo que Joan ignoraba era que Ricardo y él compartían el mismo padre, aunque Ricardo era el hijo de una relación secreta y su madre estaba cargada de deudas por el juego. La posibilidad de tener su propio apartamento era demasiado tentadora para dejarla pasar. Pensó, “Después de todo, un hermano se puede reemplazar, pero un apartamento de ese valor no se consigue todos los días.”