Capítulo 207
Acababa de tomar esa decisión arriba en la casa.
Ella levantó la bolsa que tenía en la mano y dijo: “Mira, ya tengo todo preparado. Estos son amuletos de protección que conseguí para los abuelos. Aprovecharé para llevárselos de paso.”
Sacó un amuleto y se lo entrégó a Herminio: “Este es para ti. Póntelo y te protegerá de espíritus malignos.”
Herminio lo recibió con una sonrisa, guardándolo como un tesoro en su bolsillo. “Gracias. Lo llevaré todos los días. No lo perderé, mientras yo esté, el amuleto estará conmigo. Si no estoy, jeje, el amuleto se irá conmigo.”
Soraya ródó los ojos: “¿Quién se maldice así?”
Estoy esperando por comer algo delicioso. Sin mi permiso, tu pequeña vida no puede terminar.]
Cristián, con algo de celos, trató de ocultar su deseo. Su hermano menor había recibido uno. Y él, siendo el esposo oficial, no. Qué favoritismo tan descarado. Se sintió un poco molesto mientras se alejaba en su silla de ruedas.
“Herminio, vamos.”
Herminio, sin darse cuenta de la situación, rápidamente lo siguió, preguntando: “Hermano, ¿el amuleto que Soraya te dio es igual al mío?”
Cristián, con el corazón herido, respondió con orgullo: “No lo necesito. Tengo buena suerte.”
Cuando Cristián se dio la vuelta, Soraya ya tenía un amuleto preparado para él, pero lo escuchó decir que no lo necesitaba. Soraya, con el amuleto en la mano, se sintió frustrada.
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[Genial, no lo necesitas. Pues bien, no te lo daré. Espera a que te persiga un fantasma femenino. Eh, has estado conmigo estos días, así que el fantasma no puede acercarse. Mañana voy a inventar una excusa para viajar lejos, ir con ese hermano tonto a la frontera, y cuando ese fantasma te persiga, eso sí que será divertido. Ahaha… Cuando vaya a buscar a nuestro hijo más tarde, compraré una cámara oculta para instalarla en su habitación y grabaré cómo ese espíritu femenino lo posee. Ay, cuando esté desnudo en la cama, haciéndose caricias… Qué escena tan explosiva será. Cuando se enamore de mí, usaré ese video para chantajearlo por el divorcio…]
Clang…
Herminio, empujando a Cristián hacia afuera, se tambaleó al oír los pensamientos de Soraya, perdiendo el equilibrio y cayendo hacia adelante, tirando la silla de ruedas al suelo…
“¡Hermínio, estás muerto!”
Cristián, caído con la silla de ruedas, se levantó furioso, mirando a Herminio con una mirada sombría. Herminio, algo inocente, mirando la cara enfurecida de su hermano, trató de explicarse: “Eh, hermano, no fue a propósito, es que Soraya ella…”
“¡Cállate!”
Cristián estaba furioso. Esa mujer lo había hecho a propósito. Ella había dicho antes que no le haría uno. ¿Y ahora dice que sí tiene uno para él? Si hubiera sabido, ¿habría dicho antes que no lo necesitaba? Viendo a su hermano tratando de contener la risa, Cristián se enfureció aún más. “¿No vas a levantar la silla de ruedas?”
Herminio se apuró, “Oh, claro, enseguida.” Al levantar la silla de ruedas, no pudo contener la risa. “Ahahaha…”
“Hermano, no puedo creer que…”
“Ahahaha… Ser demasiado guapo es un pecado…”
Cristián, sentado de nuevo en la silla de ruedas, advirtió: “Si hablas demasiado, ¿no quieres volver de tu misión mañana?”
Herminio rápidamente contuvo su risa. Finalmente entendió por qué Soraya le había dado el amuleto y por qué su hermano de repente se había enfadado. Ahaha, resulta que él todavía no tenía uno. Y luego, por orgullo, dijo que no lo necesitaba. Soraya se enojó, no le dio el amuleto y además planeaba instalar una cámara oculta. Quería ver la cara de su hermano, tan reservado, haciendo esas cosas… Cristián, furioso, apartó la mano de Herminio y avanzó por sí mismo: “Si te atreves a decir una palabra, cuida tu piel.” Herminio se apresuró a seguirlo, empujando de nuevo su silla de ruedas. “Tranquilo, hermano, soy una bóveda.”