Capítulo 202 
Avelina miró a Herminio, esa cara familiar la dejó atónita por un momento, pero rápidamente volvió a la desesperación y el terror, suplicando ayuda. 
Señor, ayúdame, por favor!” 
Ella miró hacia atrás con miedo. 
Al ver que esos hombres la seguían, se asustó hasta palidecer. 
Detrás de ella, unos hombres de aspecto amenazante la perseguían. 
El líder la agarró del cabello, “¡Niña tonta, corre ahora!” 
“Te lo mereces por no respetar. 
Vuelve con nosotros. 

¡Te atreves a huir! 
Vas a ver cómo te arreglo después.” 
“¡Ah, sueltame!“clamó Avelina, mientras el dolor por el tirón de cabello hacía que su rostro se contrajera. Con lágrimas en el rostro y múltiples cicatrices de látigo en los brazos expuestos, su camiseta manchada de sangre. 
Ella suplicó con terror, “¡Por favor, déjame ir! 
Pagare la deuda de mi papá, te lo prometo. 
Trabajaré y te pagaré, por favor, dame tiempo. 
No me vendas. 
¡Por favor, Paco, te lo suplico!” 
Paco era un prestamista despiadado y astuto. 
Herminio también reconoció a Avelina. 
¿No era ella la chica que derramó su té helado el otro día? 
Sin darle mucha vuelta al asunto. 
Los hombres amenazantes arrastraron a Avelina con ellos. 
“Ni una palabra más. 
Tu padre ya te ha empeñado a nosotros. 
Tu vida ahora nos pertenece. 
Debes mucho, no son solo unos centavos sino millones. 
Con ese sueldito de nada, estaré muerto antes de que saldes la deuda. 
Tienes una cara bonita, trabajar en ‘Carpe Diem‘ como señorita, podrás pagar 200 mil rápidamente.” 
“Por favor, no me vendas.” 
Avelina estaba desesperada, mirando hacia atrás, rogando a Herminio que la salvara una vez más. 
El hombre que la sostenía del cabello le dio una bofetada. 
“¿Qué miras? 
Muévete. 
Ni sueñes que él te salvará. 
Hoy ni el mismísimo dios puede librarte. 
Es justo y necesario pagar las deudas de tu padre. 
¿Crees que con unas lágrimas vas a solucionarlo?” 
Al ser agarrada nuevamente, Avelina deseo morir. 
Su padre adoptivo, un hombre entregado á los vicios, había acumulado énormes deudas. 
Vendida varias veces para pagarlas, intentó escapar con su madre adoptiva una y otra vez, pero siempre fueron encontradas. 
Si la vendian a Carpe Diem, su vida estaría arruinada. 
Su lucha solo le ganó una bofetada implacable. 
“Compórtate, o te haré desaparecer ahora mismo.” 
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Avelino, con la mejilla hinchada y un zumbido en los pidos, cerró los ojos en desesperación. 
Este sería su fin? 
Preferiria morir a ser vendida. 
Miró hacia atrás, suplicando a Herminio que la salvara nuevamente. 
En el semáforo, muchos autos esperaban la luz roja. 
Había quien vela a Avelina siendo acosada, pero nadie quería involucrarse. 
En unos segundos, el semáforo cambió y el conductor detrás de Herminio empezó a tocar la bocina con impaciencia. 
Herminio, incapaz de seguir viendo a la chica en esa situación, salió del auto y corrió hacia ellos. 
Ignorando la bocina del conductor detrás de él. 
Al alcanzarlos, Herminio agarró al hombre que tenía a Avelina. 
“Suelta a la chica.” 
Su voz, para Avelina, sonó como un ángel guardián. 
Él intervino. 
La salvó una vez más. 
Paco, con una mirada fulminante, advirtió fríamente, “Chico, te conviene no meterte.” 
Herminio, al ver las marcas en los brazos de Avelina, sintió una oleada de emociones. Con un movimiento firme, dijo, 
“¡Ah!” 
Paco gritó del dolor, furioso y desafiante. 
“¡Sueltame! ¿Quién diablos eres?” 
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“¿Sabes quién soy yo?” Herminio dijo con voz fría, “No me importa quién seas, pero ahora mismo tienes que soltarla.” 
Al ver esto, los compinches de Paco no dijeron nada y se lanzaron sobre Herminio. 
Paco, a pesar del dolor, no soltó a Avelina. 
“Su padre me debe dinero y no puede pagarlo, así que me la ha dado como garantía. 
Si quieres meterte donde no te llaman, está bien, pero tienes que pagar su deuda. 
Si pagas su deuda, ella pasa a ser tuya.” 
Herminio tampoco soltó a Paco. 
“Dije que la sueltes.” 
Y entonces, con una mano sujetando a Paco, lanzó una patada que mandó a volar a uno de los matones que se le acercaba. 
Y luego, una tras otra… 
“¡Ahh…!” 
Tras varios gritos de dolor.